[Santiago] Los amores y odios de Pilar Pérez, la mujer acusada del asesinato del joven ingeniero. Las peleas familiares por la herencia del padre, el fracaso de su primer matrimonio y las tortuosas relaciones con sus hijos y hermanas marcan la vida de María del Pilar Pérez López.
Era un rito entre ambas. La arquitecta María del Pilar Pérez López (56 años) llamaba por teléfono a su hija mayor, Rocío Zamorano, cuando corrían los primeros minutos del día de su cumpleaños. Pero el pasado jueves 6 de noviembre no lo hizo.
La joven se extrañó, pese a que la celebración de sus 30 años no tendría nada de festiva. Toda su familia estaba bajo la impresión de la muerte de Diego Schimidt-Hebbel, el pololo de su prima María Belén Molina Pérez. El día anterior, un desconocido le había disparado cuando Diego forcejeó con él para impedirle la entrada a la casa de los Molina Pérez, supuestamente para robar.
Pero, al margen de la tragedia todavía fresca, Rocío sabía que no podía descuidar a su madre, siempre al borde del colapso depresivo. A primera hora fue a verla a su casa y la encontró profundamente dormida, bajo los efectos de tranquilizantes. "Mi mamá ya está de nuevo con la tontera", comentó. A esa hora, no tenía cómo saber que la mujer había ingerido una sobredosis de calmantes y que sería detenida a las 23.10 horas por su participación en el homicidio de Diego.
Ahora, ella y su familia se están enterando de indicios y detalles que apenas pueden soportar.
Además, desde el lunes 10, María del Pilar Pérez López está siendo investigada por homicidio frustrado en contra de su cuñado Agustín Molina, casado con su hermana Gloria, el verdadero objeto de su odio. "Déjalo inválido, muy mal o hecho bolsa", le habría indicado a Mario Ruz, el hombre que aseguró que ella lo había contratado para eliminar a Molina, y que terminó asesinando a Diego Schmidt-Hebbel. Por este crimen también tendrá que responder, en calidad de autora intelectual de homicidio consumado.
El jueves 13, la mujer fue trasladada desde el hospital de la Penitenciaría hasta el Centro Penitenciario Femenino, donde cumple prisión preventiva.
Hasta ahora, era ‘La Pocha' para sus familiares. Acelerada, siempre con una bolsa de tejido a crochet a la mano, divertida y buena para echar garabatos. Hasta que diversos dolores, quiebres y frustraciones gatillaron un cambio irreparable en ella.
2 Caras
María del Pilar Pérez es la hija mayor y predilecta de José Pérez Pérez, un emigrado oriundo de Galicia que llegó a Chile en los años 40 desde Argentina. Pérez instaló una panadería en la esquina de Seminario con Rancagua, la cual funcionó hasta 2001, dos años después de su muerte.
Desde niña, la arquitecta fue muy unida con sus hermanas menores: Magdalena (54), médico obstetra, y Gloria (51), dueña de casa. Las tres estudiaron en el Colegio Mariano de Schöenstatt. Existía la sensación de que el padre era muy estricto y que las niñas le temían.
María del Pilar, líder entre sus hermanas, llegaba a clases de punta en blanco, con sus útiles escolares en perfecto orden. Antes que agresiva, parecía tímida.
La misma impresión dejó entre sus compañeros de Arquitectura en la Universidad Católica, donde ingresó en 1971. "Era bonita, seria, muy formal. Destacaba porque se vestía muy bien, entre todos los demás que andábamos bien hippientos", comenta un ex compañero.
No hay recuerdo universitario sobre María del Pilar Pérez que no la asocie con su eterno pololo: Francisco Zamorano, quien sería después su marido por 15 años, padre de sus hijos Rocío (30) y Juan José (27), y una de las peores sospechas que ronda acerca de la mujer. Que el tiro en la cabeza que recibió, junto a su pareja Héctor Arévalo, en abril de 2008, también haya sido ordenado por ella.
El Primer Dolor
Son los primeros años de los '80 y Pilar siente que su vida está hecha: en 1976 se casó con Zamorano, en 1978 se tituló de arquitecta y ya tiene a sus pequeños Rocío y Juan José. Con su marido remodelaron la casa de Seminario 95, a gusto de arquitecto, con un gran dormitorio principal que tiene una pared completamente cubierta de espejos y un baño oculto tras ellos.
Hasta entonces, todo iba bien con ella, pero su grato aspecto empezaba a mostrar trizaduras. "Iba de arrogante por la vida y, generalmente, roteaba a la gente", señala una hermana de Francisco Zamorano, que desconoció por años el largo pololeo que sostuvieron.
La arquitecta trabajó desde siempre en su profesión. "No era de grandes obras o de proyectos nuevos, sino más bien de remodelaciones", explica un ingeniero que colaboró con ella durante siete años. En los últimos años se dedicó a la refacción de moteles y cafés con piernas.
Pese a que sus colaboradores pasaban mucho tiempo con ella, poco sabían de su vida privada. No se enteraron, por ejemplo, de su separación de Zamorano, en 1991. Ni menos de las razones. Eso se lo guardó.
El dolor lo hizo visible cuando su marido -del que no se divorció- fue asesinado este año junto a Arévalo: al funeral no pudo ir, pues sabía que los Zamorano no la querían. En su ausencia, su ex marido fue sepultado en el mausoleo de los Pérez, en el Cementerio General, diseñado por ambos en los tiempos felices. Días después sufrió un ataque de llanto frente a la cripta.
Pero María del Pilar ya había hecho crisis nueve años antes, cuando perdió a uno de los hombres más importantes de su vida: su padre, quien la nombró heredera de, al menos, el 60% de sus propiedades.
En 1999, después de un largo padecimiento del mal de Alzheimer, José Pérez Pérez murió en casa de los Molina. Su fallecimiento coronó la serie de disputas por temas financieros que mantenían su esposa, sus tres hijas y su cuñado, Agustín. El y María del Pilar, como hermana mayor, rivalizaban hacía un tiempo por la conducción del pequeño imperio inmobiliario que José Pérez había formado en calle Seminario, compuesto por una veintena de propiedades. Entre ellas, la panadería.
Los vecinos comentan que a la arquitecta no se le permitió visitar a su padre enfermo. Algo que nunca le perdonó a Agustín y Gloria. Rafael Felip, la pareja que tuvo después de separarse de Zamorano, declaró ante la fiscalía de Ñuñoa que "nos dimos cuenta que (...) los cuidados no eran de enfermeros profesionales, que lo estaban matando de hambre y por eso tuvimos fuertes peleas con su madre y con su hermana (Gloria)".
Según cercanos a la familia, la arquitecta despreciaba el origen humilde de su cuñado, quien se mudó desde su España natal después de conocer y enamorarse de Gloria durante un viaje de ésta. Se casaron en 1979. "Don José le dio trabajo y, de a poco, empezó a tomar un fuerte rol en los negocios. Ahí empezaron los problemas", dice un vecino.
La relación familiar entre las hermanas se quebró el 2000. Pese a todo, María del Pilar y Gloria siguieron siendo vecinas en el inmueble compuesto por la panadería y dos casas-departamento: la primera en Seminario 95 y la segunda, en el número 97 con su familia y la madre de ambas, Aurelia López, quien hace años que no sale de la casa.
Los hijos de ambas, que siempre han sido amigos, no han dejado de verse. Esta semana se juntaron para ratificar su intención de permanecer unidos pese a todo. De hecho, Diego Schmidt-Hebbel, pololo de María Belén Molina, conocía a Juan José.
La Debacle
Desde 2002 en adelante, la vida de María del Pilar Pérez es una sucesión de conflictos, quiebres y dramas. Ese año se desarrolla la ruptura amorosa más conflictiva de su expediente personal. Su pareja de entonces, el arquitecto Rafael Felip, interpuso una querella ante el 17 Juzgado del Crimen por intento de asesinato. Alegó que la mujer había contratado a Williams Martínez, un conocido de ambos, para que lo asesinara por $ 2 millones y que éste se lo había confesado todo.
Ese mismo día, el 6 de julio de 2002, Felip abandonó a Pilar. "Alrededor de la 1.45 de la mañana llegó Carabineros junto a mi ex pareja explicándome que (éste) había dejado constancia en la unidad para retirar sus efectos personales y hacer abandono de hogar. (...) Deseo acreditar que todo esto es un invento y lo acreditaré con documentación y pruebas", declaró Pérez en la causa que el 2005 fue sobreseída.
La espiral de desencuentros continuó. En 2005, su hija Rocío Zamorano pidió hora en dos oficinas del Registro Civil para evitar que su madre interrumpiera su matrimonio con Rodrigo Arroyo, a quien ella no aprobaba.
En 2007 vendría otro quiebre doloroso. Su hijo Juan José también se casó sin su consentimiento, y a comienzos de año rompió relaciones con ella después de que ésta empujara por las escaleras a su esposa, Monserrat Hernando. Según los vecinos, ya había usado el método de las escaleras con su propia madre, para finalizar una violenta discusión poco antes de que muriera su padre.
La ruptura con Juan José fue tan definitiva que el joven no vaciló en declarar contra su madre al inicio de la investigación por el crimen de Diego Schmidt-Hebbel, comentando lo que había ocurrido con su esposa. Por esta causa, la arquitecta será formalizada el lunes por homicidio frustrado.
Perder a su hijo, después de su padre, la sumió en una depresión profunda, que combatía con medicamentos. Nada, sin embargo, atemperaba su mala relación con Agustín Molina, especialmente después del acuerdo extrajudicial que redistribuyó la herencia paterna y lo dejó a él en mejor posición. María del Pilar Pérez adelgazaba a ojos vista, a puro dolor y odio. Este invierno, una vecina le recomendó que tomara suplemento alimenticio, porque "estaba pesando como 30 kilos, flaca, flaca".
El desenlace de su historia se produjo, sin embargo, de la manera más violenta, cuando Mario Ruz, supuestamente cumpliendo sus órdenes, asesinó por equivocación a un ingeniero joven y prometedor. El jueves 6 de noviembre fue detenida en su casa de Seminario 95. Estaba inconsciente y acompañada de Julio Castillo, su pareja desde 2004. A los pies de la cama, Baltazar y Cleopatra, sus perros.
Ayer recibió su primera visita en la cárcel. Por cerca de una hora, la imputada estuvo con un familiar cercano, quien le llevó ropa y sus lentes para leer. Vio su cara en televisión y hojeó los diarios. Leyó su sobrenombre de ‘Quintrala' en la prensa y se manifestó "sentida" por los comentarios de algunas personas que la conocen, como el cantante Luis Dimas, quien le arrienda un departamento. Su carácter afloró de inmediato y pidió a sus representantes que le pidan el departamento al artista.
En estos días de encierro, María del Pilar ha alegado inocencia, se ha sentido abandonada y ha dicho que es su familia la que la quiere perjudicar. Para ella, la batalla continúa.
[Consuelo Argandoña , Claudia Urzúa y Jacmel Cuevas]
[15 de noviembre de 2008]
[©la tercera]
15 noviembre 2008
Odios y Amores de Quintrala Pérez
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