[San Antonio] Auge y caída del dueño y fundador del holding Santo Tomás. El patrono de las universidades.
Nunca pensó que acabaría en llamas en un balneario de la V Región; tampoco, que en menos de tres décadas se convertiría en el zar de la educación superior privada. Pero fueron sus pasiones desatadas las que le jugaron una mala pasada, y le dejaron parte de su dedo índice derecho tirado en una playa de El Quisco.
Una uña calcinada y pequeñas falanges de un dedo índice humano se convertirían en las primeras pistas para dar con uno de los actores de un crimen que a todas luces fue imperfecto.
El hallazgo de los restos de piel tirados en el suelo de la calle Saturno, en el balneario de El Quisco, auguraban el inicio de una macabra historia que contiene todos los elementos esenciales para hacer de ésta el mejor guión policial: poder, celos, dinero, sexo, locura, muerte y fuego.
Gerardo Rocha Vera (55) siempre tuvo la convicción de que el dolor permite a las personas apreciar mejor las cosas. Quizás, ese pensamiento pasó por su cabeza al momento de atacar al contador y ex martillero Jaime Fernando Oliva Robles (79) la noche del jueves, como se sospecha. Alguna vez dijo en una entrevista que "el dolor permite entrar en un espacio de más lucidez y ver los colores más intensos. Uno puede ver un pajarito que nunca pensó que existía".
Seguramente, la víctima no pensó lo mismo. Tal vez, Rocha tampoco tuvo la misma sensación al bajar desesperado la escalera, mientras su cuerpo ardía, al igual que la casa del ex martillero. Es probable que en ese instante el sufrimiento lo abrumara, pese a que siempre estuvo acostumbrado al dolor, físico y espiritual.
Mientras estudiaba Medicina en la Universidad Católica, el hoy poderoso empresario, dueño y fundador de Santo Tomás, uno de los "imperios" educacionales más exitosos del país, sufría fuertes dolores en uno de sus brazos, y el solo hecho de apoyarlo sobre la mesa le provocaba una sensación insoportable. Recién tres décadas más tarde, en una gira en que formó parte de la comitiva empresarial que acompañó al Presidente Ricardo Lagos en un viaje a California, descubrió la electroacupuntura y ese mal sanó.
Poco después, su nieto mayor, Juan Muñoz Rocha, de 13 años, murió trágicamente en un resort de Punta Cana, al ser succionado por el filtro de una piscina. Su abuelo materno le había regalado esas vacaciones a la familia. Nuevamente el sufrimiento se apoderaba de la vida del empresario.
Desde hace seis meses, una vez más un profundo dolor lo acompañaba y no lo dejaba en paz. Por eso se presume que planificó un asesinato que pretendía ser el crimen perfecto, pero éste se habría visto frustrado por la explosión de gas de un calefont, que terminó por quemarle el 42% de su cuerpo y dejarlo agónico. Pese a su astucia, Rocha no previó que el calentador de agua que estaba detrás de la casa fuera a convertirse en un boomerang mortal.
Veraneantes Asesinos
Hace diez días, el ex subastador Oliva recibió una llamada de un hombre que quería arrendar durante lo que queda de verano su casa de calle Neptuno 341, en El Quisco. "Don Fernando", como le llamaban sus cercanos, ya no conservaba la misma holgura económica de antaño, por lo que alquilar la residencia se convertiría este año en un importante ingreso para él, su esposa, Luisa Lavanderos, y su hija.
Sin embargo, los supuestos arrendatarios no eran tales. Por el contrario, no era más que la primera parte de un plan que hace un mes fue frustrado por la perspicacia del martillero. Según su viuda, un sujeto habría llegado tratando de ubicar a Oliva, señalándole que en el terminal de buses había una encomienda para él. Encontró el hecho sospechoso y se negó a salir de su casa. Según los investigadores, este habría sido el primer intento de Rocha para terminar con la vida de su contrincante pasional.
Pero los "veraneantes" acordaron visitar a Oliva a las 21:30 horas del jueves 21 de febrero para "dar el visto bueno" y entregarle el dinero a su dueño, quien durante el período estival se había instalado con su familia en un departamento en la parte posterior de la casa.
Esa noche, un jeep Land Rover y un auto Daewoo color gris se estacionaron en la calle Saturno, aledaña al domicilio de Oliva. Tres sujetos bajaron de los vehículos y se dirigieron hasta el lugar. Se trataba de César Osores Curivil (ex carabinero involucrado en un homicidio en 2000), Marcelo Morales Villegas (chofer de la Universidad Santo Tomás) y el protagonista de esta historia, Gerardo Rocha, zar de la educación y cónsul honorario de Filipinas para Valparaíso y Viña del Mar.
Al llegar los visitantes, la mujer de Oliva junto a la hija de ambos prefirió aguardar en el departamento trasero, mientras el jefe de hogar concretaba el negocio. Como se había preacordado telefónicamente, no se advertían mayores inconvenientes en la diligencia. Sin embargo, el ex martillero, minutos más tarde, sería encontrado calcinado en una cama de un dormitorio del segundo piso, tendido de espaldas, en una posición que Bomberos calificó como "anormal" en el caso de personas que fallecen quemadas.
Los sujetos permanecieron cerca de 15 minutos en el lugar. Preliminarmente se presume que Oliva habría divisado primero al ex uniformado y cuando se aprontaba a mostrarle el primer piso de la vivienda fue embestido por Morales, y tras él se aproximó la figura enajenada de un viejo conocido: Gerardo Rocha Vera.
Culebrón Fatal
A mediados de los noventa, la actual pareja del fundador de la Santo Tomás, Verónica Espinoza Nawrath (35), trabajó como secretaria personal de Fernando Oliva, quien en esa época se desempeñaba como relacionador público de la Asociación de Martilleros Judiciales, en una oficina ubicada en la calle Huérfanos de Santiago.
Rocha conoció al ex subastador cuando acudió a esa oficina para pedirle "un favor". Cercanos señalan que el empresario necesitaba el apoyo de Oliva en un litigio, y por esa época eran de vasto conocimiento las buenas amistades que éste tenía con miembros de las más altas esferas del Poder Judicial.
Fue entonces cuando este hombre conservador, apegado a rituales católicos, se enamoró perdidamente de Verónica Espinoza. Despojándose de todas sus convicciones religiosas, abandonó a su esposa, Carla Haardt, con quien tuvo dos hijos, para empezar una nueva vida con Verónica, la mujer que se convirtió en su obsesión fatal.
Hasta ahora, este es el único nexo que existiría entre la víctima y el victimario, lo cual se convierte en el punto clave de la desquiciada decisión tomada por Rocha la noche del jueves pasado.
Una vez al interior de la residencia, los sujetos a quienes se les investiga si fueron contratados por Rocha como sicarios habrían obligado al otrora subastador a subir hasta el segundo piso. La tranquilidad del apacible balneario sólo se vería interrumpida minutos más tarde por un fuerte estruendo, similar a la explosión de una bomba, acompañado por una sonajera de vidrios rotos.
Versiones preliminares señalan que el incendio fue provocado por los sujetos para borrar evidencias que pudieran quedar en el sitio del suceso. Pero una llamarada alcanzó el calefont y según fuentes policiales esto sirvió de detonante a la explosión que arrancó parte del techo y que alcanzó al fundador de la Universidad Santo Tomás.
Patricia Chamorro, vecina del lugar, presenció cómo la casa ardía en llamas mientras tres sujetos huían de su interior, uno de los cuales parecía haber sido alcanzado por el fuego.
Según testigos, el primer hombre que escapó fue Marcelo Morales, quien arrancó en el automóvil gris, abandonando a su jefe y al ex uniformado. Luego, los otros dos trataron de subir al jeep. Sin embargo, la tecnología les impidió entrar, ya que el auto sólo abría con una tarjeta, la cual había sido consumida por el fuego que en ese mismo instante seguía quemando el cuerpo de Rocha.
La desesperación del hombre lo hizo forzar la chapa, y en el intento se le desprenden partes de su falange y la uña del dedo índice de su mano derecha. Ya no existía alternativa, el plan se había arruinado y tuvieron que arrancar a pie.
Una hora y media más tarde, los sujetos llegaron a la Clínica Reñaca. El cónsul ingresó de urgencia con el 42% de su cuerpo quemado y con grave compromiso respiratorio. Al lugar llegó acompañado de los dos sujetos que fueron con él a El Quisco. Era el comienzo del fin: Rocha fue arrestado en la Clínica Reñaca bajo los cargos de homicidio e incendio.
Dinero, Poder e Influencias
En uno de sus peores momentos, al perder a su nieto mayor, Gerardo Rocha también creyó que era su fin. Pero él es un hombre pragmático, objetivo y racional, valores que originaron su devoción por Santo Tomás de Aquino. Por eso, pese a que la tragedia familiar le provocó una depresión, siguió expandiendo el enorme imperio educacional que lleva el nombre de su santo predilecto y que, según los cálculos más conservadores, tendría un patrimonio que bordearía los 80 millones de dólares.
Bajo el paraguas de la Corporación Santo Tomás se cobijan una universidad, un instituto profesional, un centro de formación técnica y varios colegios.
La periodista María Olivia M nckeberg relata, en su libro "El negocio de las universidades en Chile", que la primera vez que se reunió con Rocha en su oficina en pleno Sanhattan, lo primero que le dijo fue que "para tener una universidad hay que tener dinero, poder e influencias". Los tres requisitos del éxito que guiaron su trayectoria.
Cuando dio sus primeros pasos en los negocios no tenía ni dinero ni poder ni influencias. Había salido del Liceo de Hombres de San Bernardo y se había visto forzado por sus padres a estudiar Medicina en la Universidad Católica (UC), pese a que nunca tuvo interés por la medicina. Aguantó cuatro años.
Más tarde, desfiló por carreras como licenciatura en Biología y en Educación, Ingeniería comercial y Filosofía, pero no terminó ninguna. No tiene grado académico ni título profesional. "Para mí, la perseverancia nunca tuvo gran valor. Soy inquieto y si quiero abandonar algo para intentar otra cosa nueva, lo hago. Mi vida ha estado marcada por el cambio continuo", dijo hace un par años en una entrevista.
El Primer Vínculo con Larraín
Mientras estudiaba Medicina, Rocha prefería concentrar sus esfuerzos en actividades paralelas. Por eso encabezaba el centro de alumnos e impartía clases vespertinas de primeros auxilios en unas salas que le prestaba Hernán Larraín, quien por entonces era el jefe de planificación de la UC.
Fue ese primer emprendimiento la semilla de su fortuna y de la red de contactos de la que él se ha jactado cada vez que ha podido y sin que nadie se lo preguntara.
Poco a poco, esas clases de primeros auxilios se fueron convirtiendo en un centro de formación técnica, que en un comienzo se llamó Propam y más tarde Santo Tomás, como uno de los padres de la teología y la filosofía católica. Una imagen del santo ilustra el sitio web de la corporación, donde se consigna que en total, en los centros educacionales del holding que encabeza, estudian más de 50 mil alumnos, en 80 carreras y "en más de 140 mil metros cuadrados construidos".
Tal es el éxito del "negocio" que inició hace 30 años, que hoy la Universidad Santo Tomás orientada a estudiantes de los sectores socioeconómicos C2 y C3 es uno de los planteles privados más importantes del país. Más aún, en 2006, los 5.500 alumnos que ingresaron a primer año superaron fácilmente en cantidad al número de matriculados en la Católica y la Chile.
Director de Banigualdad
Pese a que no tiene militancia política, Rocha siempre se las arregló para tener influencia en los gobiernos de turno, pero fue en el de Pinochet cuando alcanzó su mayor logro al convencer a las autoridades de la época de ayudarlo a crear su universidad. Era usual en él apoyarse en personajes de todos los colores políticos para conseguir sus objetivos.
Hace dos años, en una entrevista a la revista Capital, defendía su transversalidad. "Busco la diversidad. En el colegio era izquierdista y anti DC, pero hoy he prescindido de lo partidos y me he quedado con ciertas ideas que dan mejor resultado. Me junto, por ejemplo, con Osvaldo Puccio, que ha sido mi emisario en África. Y también he aprendido mucho de mi amigo Fernando Paulsen o de Fernando Flores", aclaró en una oportunidad
Pero sus vínculos más estrechos y los que más se preocupó de cultivar los tiene en la UDI. Por ejemplo, hace dos años ingresó al directorio de Banigualdad, la fundación de Joaquín Lavín que entrega microcréditos a pequeños empresarios de los sectores pobres. Uno de los directores de la organización cuenta que Rocha, un día, se acercó voluntariamente para poner plata en la ex Fundación La Vaca. "Comenzó a hacer aportes porque le parecía choro eso de crear futuros emprendedores a través del microcrédito. Pero desde que llegó, sólo participó en un par de directorios y no se le vio nunca más", cuenta.
Sin embargo, la misma fuente se apresura en aclarar el vínculo entre el empresario con el ex candidato presidencial. "Con Joaquín se conocen por su apoyo a Banigualdad, pero no son amigos", precisa. Con quien sí tiene un profundo vínculo, tanto en el plano profesional como en el personal, es con el presidente de la UDI, Hernán Larraín.
En el libro de Monckeberg, Rocha se explaya en su relación con Larraín y revela que su amistad se estrechó cuando el senador era gerente general en la Fundación Andes, a comienzos de los ochenta. "Cuando me acerqué con algunos proyectos se inició la amistad", contó Rocha.
El vínculo se mantiene hasta hoy, pues actualmente el líder del gremialismo quien fue vicerrector de la UC ocupa el cargo de miembro de la junta directiva de la Universidad Santo Tomás.
Santo Tomás All Over the World
Mientras veía crecer su negocio, el empresario alimentaba en su mente una idea, que Monckeberg denominó en su libro como "el sueño planetario de Rocha". Su plan maestro era crear una especie de red global de universidades bajo el ideario de su santo favorito. Como todo lo que se proponía, lo consiguió. Y ese plan tomó la forma de la International Council of Universities of Saint Thomas Aquinas.
"Desde el comienzo te conté que el sueño inmenso que tenía era tener una universidad de Santo Tomás en cada país del mundo", cuenta en "El negocio de las universidades en Chile".
Fue así como comenzó a empujar la creación de planteles en países tan lejanos como Etiopía, Vietnam y Mozambique. De hecho, un miembro del directorio de la corporación cuenta que en los últimos cuatro años, Rocha se había concentrado casi por completo en esta tarea.
"En ese lapso asistió a los más a cuatro reuniones. Estaba siempre de viaje y más de la mitad del año estaba fuera de Chile. Por eso era una persona casi solitaria. Se concentró en ayudar a formar otras universidades sin ninguna conexión real, sólo virtual. Gerardo tiene la convicción de que la filosofía de Santo Tomás de Aquino es tan potente que podía crear una red de instituciones bajo su inspiración. Le atrae mucho la figura del filósofo que le da tanto valor a la fe como a la ciencia".
Es esa misma fe a la que el zar de la educación seguramente se ha aferrado en estas horas, invocando a Santo Tomás de Aquino, el patrono de las universidades.
Las Dos Tesis Investigativas
La indagatoria a cargo del fiscal de San Antonio, Álvaro Pérez, quien trabaja en conjunto con la Brigada de Investigaciones Criminales (Bicrim) del puerto, mantiene dos líneas investigativas respecto al macabro crimen.
La primera se basa en un móvil de venganza, lo cual se desprende de la declaración prestada por la pareja de Rocha, la que cree que todo lo ocurrido fue motivado por una confesión que ella habría hecho a Rocha a mediados de 2007. En ella le confidenció que mientras trabajó como secretaria de Oliva, éste, mediante chantajes, la obligaba a mantener relaciones sexuales con él, lo que la tuvo muchas veces al borde del suicidio.
La segunda hipótesis gira en torno al perfil celópata del dueño de la Santo Tomás, que habrían advertido los investigadores. Las sospechas de que el ex martillero podría seguir rondando a su mujer lo llevaron a enajenarse, por lo cual incluso no le habría sido suficiente sólo contratar asesinos a sueldo que "hicieran el trabajo por él", sino que además se aseguró de que se concretara el objetivo, convirtiéndose en autor del hecho.
Jugando con Fuego
Se sospecha que cuando atacó al martillero no era la primera vez que Gerardo Rocha desataba sus pasiones con fuego. A comienzos de los ochenta se enteró de que un compañero de universidad le regaló una cartera a su esposa, Carla Haardt, y quemó el regalo en la cocina, delante de su hija. Pero ese ataque era nada frente a los golpes que le daba a su mujer y a las infidelidades que cometía desde que contrajeron matrimonio.
A su pesar, todo ese escándalo se ventiló en la prensa de la época, justo en momentos en que Rocha realizaba las gestiones para crear la primera universidad privada del país. Pero el Mineduc usó esos antecedentes y le dijeron que con tal historial no estaba capacitado para hacerse cargo de un centro educacional. Recién pudo echar a andar la universidad seis años después de iniciadas las primeras gestiones.
Para Rocha, ese episodio fue doloroso y en las entrevistas prefería evadirlo. Así, en 1987, confesó a la revista Ya: "Antes era sólo un atado de pasiones desbocadas. Ahora estas fuerzas están bajo control".
Los Halcones de la Santo Tomás
La red de contactos que tanto cuida Rocha también extiende sus brazos hacia la derecha económica. Uno de los miembros del directorio de la Corporación Santo Tomás es el economista y socio de Econsult José Ramón Valente, hombre clave en el equipo económico de la última candidatura presidencial de Joaquín Lavín. Hace seis años que Valente ocupa un sillón en esta mesa directiva, y cuando llevaba tres años en el cargo dio el golpe con el que se ganó por completo la confianza de Rocha.
Fue en 2004, cuando el fondo de inversión Halcón, que administra Econsult, decidió invertir 7,5 millones de dólares en el imperio educacional Santo Tomás. Sin duda, lo más llamativo de este negocio fue la cifra similar que proporcionó Corfo (como fomento a la pyme) y la lista de peces gordos que estaban tras la jugada hasta entonces inédita en las universidades chilenas. Álvaro Saieh, José Yuraszeck, Eduardo Fernández León, José Antonio Garcés y los directores de la Cámara Chilena de la Construcción fueron los hombres que pusieron el billete.
Uno de los conocedores de esa negociación confidencia que el fondo de capital de riesgo entró a la corporación "porque conocía su trabajo, sobre todo el plan de expansión que Rocha tenía contemplado". Así, los "halcones" apostaron por el holding y se quedaron con el 15% de la corporación, participación que aún mantienen.
[Leslie Ayala y Darío Zambra]
[24 de febrero de 2008]
[©la nación]
24 febrero 2008
Auge y Caída del Zar de la Educación
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