[El Quisco/San Antonio] Desde septiembre, cuando estalló su obsesión contra el martillero Jaime Oliva, hasta los 10 minutos en que todo lo que había planeado falló, Gerardo Rocha se embarcó en un enfermizo itinerario que incluyó pistas falsas, varios viajes a El Quisco, seguimientos, amenazas telefónicas y el más fatal de sus arranques de celos.
Verónica Espinoza Nawrath (35) estaba a punto de colapsar cuando llegó a la comisaría de Los Dominicos el 7 de septiembre de 2007. Era pasada la medianoche y el frío campeaba en Santiago. La mujer se veía decaída -los siquiatras de la Clínica Las Condes le habían diagnosticado depresión y vivía bajo medicación-, pero esa noche estaba determinada a no aguantar más los ataques de su pareja Gerardo Rocha Vera (55 años), dueño y fundador de la Universidad Santo Tomás (de cuya administración estaba alejado). Según la denuncia por violencia intrafamiliar que redactó el cabo Erwin Valderas "... el Sr. Gerardo Rocha en forma reiterada la agrede psicológicamente, debido a celos que mantiene en contra de ella y ha llegado a insultarla con garabatos, por lo que dicha situación la tiene al límite de una crisis nerviosa".
No era primera vez que la mujer denunciaba a su pareja de hace 10 años y padre de sus tres hijos (de 1, 6 y 7 años). Cuatro años antes también había acudido a Carabineros, pero finalmente optó por retirar la denuncia. Esta vez hizo lo mismo.
Pero la pelea había sido muy violenta. A tal grado, según cercanos, que Rocha quebró uno de los ventanales de su departamento de US$ 1 millón, ubicado en San Damián. Los celos que sentía el empresario se habían agudizado por una particular confesión de Verónica: hace 15 años, mientras trabajaba como secretaria del martillero Jaime Fernando Oliva (79 años), éste la habría violado reiteradamente. Después, seguía el relato de la mujer, ella había terminado por acceder a tener relaciones sexuales a cambio de que él le pagara sus estudios de sicología. La ira que sintió Rocha lo desbordó.
Desconfiado, contrató al detective privado Dante Yutronic para realizar un seguimiento a Oliva. El dueño de la ‘Casa del espía' cobró más del doble de su tarifa normal y por $ 3 millones, Rocha pudo confirmar con falsas pistas sus peores temores.
Los reportes tenían información de Oliva. El mismo Rocha hizo sus averiguaciones. Según consta en Dicom, se realizaron consultas sobre Oliva en octubre desde la UST. Pero el hallazgo que lo sacó de sus casillas fue un video que recibió a fines de octubre. En este aparece una mujer con cabello rubio que es recibida por Oliva en la puerta de su casa con un beso en la mejilla. Enceguecido por sus celos, Rocha se convenció erróneamente de que la mujer -que resultó ser una amiga del martillero llamada Carmen Ortega- era Espinoza.
Estaba devastado. Se repetía la historia. Su matrimonio con Carla Haardt, con quien tuvo dos hijos, se había derrumbado por los celos. Un día de 1980 se enteró que un compañero de universidad de su señora le había regalado un bolso hippie. Quemó el obsequio frente a su hija y luego se dirigió en su Chevette junto a su esposa al Pedagógico. Ahí golpeó con una llave inglesa a Marco Antonio Guzmán y le destrozó el auto. Aunque siguieron viviendo juntos, la relación se trizó para siempre. La separación le costó una depresión y un largo tratamiento siquiátrico, que hasta el día del crimen lo mantenía con tres medicamentos diarios.
Sospechas
A quienes trabajaban con él les llamó la atención la similitud física de Verónica Espinoza con Haardt cuando la vieron entrar por primera vez a fines de los 90. "Contraten a Verónica, la necesito para que me ayude con los escritos", pidió Rocha. Le improvisaron rápidamente un escritorio. Su primer trabajo fue tomarle los dictados a Rocha para una memoria. "Pese a que se parecen físicamente, Verónica es sumisa y retraída, mientras que Carla tiene un carácter fuerte y opinante", afirma un cercano a Rocha.
Convencido de que lo engañaban, Rocha comenzó también a investigar a los tarotistas que le sacaban la suerte a Espinoza, muchas veces a escondidas. El primero en la lista fue el brasileño Ricardo Goncalves. A su despacho llegó acompañado de su chofer Marcelo Morales y su guardaespaldas, el ex carabinero César Osores, dado de baja tras matar bajo la influencia del alcohol a un vecino en Puente Alto. Le preguntaron si ella tenía un amante. Poco después, Rocha se convenció de que Goncalves no tenía nada que ver. Lo llamó por teléfono. "Si hubiera tenido sospechas reales de ti, te incendio el local", le dijo.
En noviembre, la convivencia de la pareja pareció mejorar tras un viaje a China. El motivo del periplo, al que los acompañó el presidente del Senado Eduardo Frei y otros empresarios, fue la inauguración del centro cultural Santo Tomás en Anhui University. Este era sólo otro avance de su objetivo final, montar una universidad católica en un país comunista. La UST tiene 13 sedes en Chile (avaluadas en US $ 80 millones junto a los institutos y centros de formación técnica) y el consejo internacional de la Universidad Santo Tomás de Aquino, que fundó Rocha, reúne a 33 universidades en el mundo. Por esos días, Verónica y Gerardo estaban algo extraños, aunque parecían reconciliados. Pero Oliva ya se le había cruzado al empresario.
Ese mismo mes habría realizado su primer viaje a El Quisco junto a su hermano Rodrigo, el chofer y Osores para obtener datos. Rodrigo es el mismo cuyo auto fue robado el domingo pasado en la Clínica Indisa, donde Rocha está internado. Allí perdió dos notebooks, una cámara digital y cuatro pendrives.
Diciembre-enero 2008: La Planificación de un Crimen
En los días previos a Navidad Rocha ya no daba más y decidió encarar a su pareja. Le mostró el video. Ella negó ser la mujer de la cinta. No le creyó y la agredió. Los golpes eran recurrentes en la relación. Un cercano a Verónica, quien la conoce hace 10 años, explica que la mujer solía tener moretones en brazos y cara. Pero que aseguraba estar enamorada de él y que su único objetivo era casarse con Rocha, quien nunca anuló su matrimonio con Haardt. Desde que estaban juntos, sostiene la misma fuente, Verónica habría tratado de suicidarse en dos ocasiones.
Las reconciliaciones solían estar acompañadas de regalos, como la vez que le dio un auto para convencerla de que las cosas mejorarían.
A mediados de enero, Yutronic ingresó al edificio de Las Industrias con una caja. Subió hasta la oficina y fue recibido por la secretaria del empresario, Miriam Pérez. La funcionaria procedió a abrir el paquete antes de entregárselo a Rocha. Se trataba de gas pimienta y un paralizador eléctrico. Estaba todo en orden. Rocha le pidió a su chofer que le guardara la caja y le encargó agregar un bidón con cinco litros de bencina.
Quienes han trabajado con Rocha, afirman que se rodea de un círculo de personas que le guardan una lealtad absoluta, pese a su trato a veces despótico. Una situación reveladora fue cuando en 2004 Rocha decidió homenajear en la universidad a su amigo el senador Hernán Larraín con un almuerzo. El empresario concurrió con Carla Haardt, pese a estar separados. De pronto apareció Espinoza con dos de sus hijos para ocupar su papel de "mujer" de Rocha. Las secretarias evitaron el bochorno del jefe.
Para fines de enero, Rocha daba las primeras señales de lo que vendría. "Vamos a El Quisco" le dijo a su chofer una tarde de verano. Juntos recorrieron por segunda vez el balneario buscando algo que "nunca encontramos", según ha declarado Morales.
Paralelamente, el martillero comenzó a recibir misteriosas llamadas. "¡Violador!" y "¡Vamos a publicar todo en los diarios!", eran los mensajes. Oliva les contó a sus familiares y decidió alertar a Carabineros. "No hicieron nada con respecto a las amenazas", se queja un cercano a Oliva.
El modus operandi de Rocha es similar a lo que hizo en los 80, cuando las emprendió contra Rubén Covarrubias, actual rector de la Universidad Mayor. Cercanos a la causa afirman que Covarrubias, quien no quiso referirse al caso, sufrió amenazas y fue perseguido, por lo que contrató protección. En uno de los peritajes siquiátricos, el médico Gustavo Murillo señaló que Rocha estaba "desarrollando una pérdida parcial del juicio".
Como parte del plan, Rocha organizó un nuevo viaje a El Quisco con Morales y Osores. "Vamos a ir a conocer un hombre malo que ha violado a mujeres", les dijo el fundador de la UST. Rocha se colocó una peluca, una barba postiza y lentes oscuros. Cuando llegaron al domicilio, el ex carabinero tocó la puerta. Osores le comentó que tenía una encomienda de parte de "los martilleros de Santiago". "¡Identifíquese, no tengo quien me mande encomiendas!", le gritó Oliva. El ex martillero no salió de la casa, pero Rocha ya lo había identificado. Y le puso fecha a su plan. "Me tomaré vacaciones la tercera semana de febrero", avisó en la oficina.
21 de Febrero: "Vengo por lo de Verónica"
12 horas: Rocha se comunicó con Morales y le dio la orden de recoger a Osores en Las Torres con Tobalaba, en Santiago, a las 15 horas. Le comunicó que los tres debían reunirse poco antes de las 21.30 horas frente a la Municipalidad de El Quisco. Le pidió la caja con el bidón y más bencina.
16 horas: Esa tarde la familia Oliva se sorprendió. "Usted es una dama y está muy linda su casa, pero vamos a tener que retirarnos", le dijo a María Luisa Lavanderos, esposa de Oliva, Mauricio Leiva, quien desde el lunes 18 arrendaba el inmueble de Oliva en calle Neptuno. El trato original era de un mes, pero el cliente cambiaba los planes. Leiva -quien terminó siendo el chofer de Espinoza- la tranquilizó y le explicó que un colega de trabajo llegaría por la noche para ocupar la casa en su reemplazo.
18 horas: Rocha esperaba en el Hippocampus Resort de Cóncon junto a su pareja e hijos. "A las 18 horas, Gerardo avisó que tenía que salir. Se despidió cariñosamente sin decir dónde estaría, pero dijo que volvería como a las 21.30 horas", declaró Espinoza al día siguiente del crimen.
21.30 horas: Como estaba programado, Rocha se juntó con sus empleados en El Quisco. Juntos se dirigieron a calle Neptuno y siguieron las instrucciones. Leiva debía despedirse y presentar a Morales con el martillero. Rocha y Osores tenían que esperar en el jeep.
Con la excusa de un falso desperfecto en el cable, Morales condujo a Oliva al segundo piso. Según ha podido reconstruir la investigación del fiscal Álvaro Pérez, mientras subían la escalera Morales llamó a Rocha y dio la señal: "Listo jefe", dijo en voz baja.
La puerta de la casa principal había quedado entreabierta, tal como indicaba el plan. "¡Esto es un asalto!" gritó Rocha para sorprender a su víctima. "¡Mira en lo que has terminado!" respondió el martillero al empresario, quien lo encañonaba con una pistola Glock de 9 mm. "Vengo por lo de Verónica", le respondió, y lo obligó a sentarse en la cama.
Oliva trató de explicar que no le había hecho nada a Verónica y que sólo había trabajado con ella a comienzos de los 90, que es la versión que da su familia. Pero no logró convencer. Los testimonios recogidos por la policía indican que el empresario pidió al chofer que le subieran la caja y que los dejaran solos. Reduciendo a Oliva con la pistola, Rocha comenzó a rociar la cama con bencina.
Osores y Morales esperaron en el living cerca de 10 minutos antes de oír la explosión y ver a un hombre bajar las escaleras envuelto en llamas. Según las últimas pericias, la chispa de la pistola eléctrica pudo haber causado la muerte de Oliva y el incendio.
21.40 horas: "Los gritos eran desgarradores", ha dicho Morales para reflejar el dolor de su jefe. En la calle, el chofer entró en pánico y arrancó en su auto, mientras el ex carabinero intentó subir al jeep de Rocha. Como fue imposible utilizar la llave casi derretida, Osores llamó a Morales al celular para que los recogiera.
En el auto, Rocha pidió ser llevado a la Clínica Reñaca (a una hora de viaje) y se quedó en silencio. Sus acompañantes sólo le oyeron decir: "Se me escapó de las manos" y "no sabía que la bencina era tan volátil". Pese a que tenía cerca del 42% de su cuerpo quemado, no manifestó dolor.
No era primera vez que demostraba su resistencia. En junio de 2007, mientras trotaba por una playa de Barcelona, cayó a un hoyo de cinco metros. El resultado fue la fractura de ambas piernas y más de 10 pernos para volver a caminar. "El dolor le hace bien al hombre, lo perfecciona. Se puede superar", solía decir. Como cuando se guardó todas las emociones al recibir el féretro de su nieto Juan Antonio Muñoz Rocha (13), quien murió en Punta Cana al ser succionado por el filtro de una piscina.
Rocha se decía un hombre místico. El mismo afirmó en entrevistas que cuando era niño se comunicaba con la Virgen María en una gruta de la localidad argentina Monte Grande, donde residió. "Por algún tiempo me dijeron que tenía alguna desubicación respecto de la realidad", dijo en una entrevista hace tres años. Ya mayor escribió un libro de autoayuda llamado "Todo está en ti", que salió a la venta en 1985 y que tras convertirse en un best seller, fue editado en Estados Unidos en 1996. Entre estos pensamientos hay uno que dice "si me traicionas, si me odias, te perdono... y me amarás". Todos los días meditaba.
En el Daewoo, Morales realizaba los primeros llamados a Verónica Espinoza alertándola de un accidente. En su testimonio policial, relató que el olor a piel quemada era horrible y que el cuerpo ennegrecido de Rocha sonaba como si estuviera crujiendo.
Epílogo
Gerardo Rocha yace hoy sobre una cama de gusanos en la clínica. La terapia consiste en que las larvas se comen la piel afectada por el fuego y dejan la sana. En las últimas horas, el empresario ha demostrado mejorías y logrado comunicarse con su entorno. Si logra sobrevivir, lo que espera a Rocha es una pena que oscila entre los 15 años y la cadena perpetua.
La imagen pública del empresario ha sufrido un golpe letal. A la clínica sólo han acudido sus familiares y pocas personas públicas, como el senador Avila. Lejana está la imagen del hombre que se reunía con figuras políticas mundiales o pagaba por figurar en las páginas sociales. Uno de los mayores orgullos de Rocha era mostrar sus fotografías junto a personajes como Sor Teresa de Calcuta, el Papa Juan Pablo II, Lech Walesa o Nelson Mandela.
A estas alturas, muchos se preguntan qué pasará si Rocha se logra levantar de la cama de gusanos.
[Matías Broschek]
[2 de marzo de 2008]
[©la tercera]
02 marzo 2008
5 Meses para una Emboscada Mortal
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