13 marzo 2006

más sobre secuestro de abogados

Llamado de secuestradores a familiares fue clave para liberación de rehenes. Conversación telefónica de 15 minutos autorizada por la policía facilitó que decidieran entregarse, tras cinco horas de tensión en el centro de Santiago. Las amenazas de muerte que los antisociales hicieron a sus víctimas, la forma en que se deshicieron de sus armas y el uso de señales de barrido que bloquearon sus celulares forman parte de la trama hasta ahora desconocida del operativo que puso en alerta máxima a la policía.
Sólo 15 minutos de línea abierta para hablar por teléfono con sus esposas. Esa fue la principal y, prácticamente la única, exigencia que hicieron los delincuentes para liberar a los rehenes. Obtenido esto, la entrega era inminente. Pero el proceso de persuasión que se vivió antes de que la situación fuera totalmente controlada estuvo cargado de tensión y tuvo momentos de máximo peligro.
El fiscal Andrés Baytelman y el general Jorge Acuña, el máximo oficial de Carabineros a cargo del manejo de la crisis por el secuestro en una céntrica oficina de abogados ubicada en el centro de Santiago, coincidieron en calificar como "un éxito" la negociación.
Ambos revelaron a La Tercera detalles inéditos de la crisis que puso a prueba a los organismos especializados. Otros entretelones de las negociaciones fueron dados a conocer ayer durante la audiencia de formalización de cargos a los criminales.

Reunión Importante
Tras el frustrado atraco al bufete G&O Abogados, en el cuarto piso del edificio de Huérfanos 1147, el lugar fue copado por efectivos de Carabineros. Lo primero que hicieron los uniformados fue tocar el citófono de la oficina para saber lo que ocurría. Los delincuentes obligaron a responder al abogado Aldo González, quien bajo amenaza del ex gendarme Marcelo Cortés dijo que estaban en "una reunión importante", tratando un tema urgente y que no podían recibirlos.
A una segunda llamada de los policías, Cortés decidió ir hacia la puerta usando a González como escudo humano. El abogado, al darse cuenta de las intenciones del delincuente, forcejeó con Cortés, logrando sustraerle su pistola con silenciador. El profesional entonces abrió la puerta del despacho y ocurrió una balacera en que fueron heridos el delincuente y el abogado.
Cortés, herido por los disparos de los policías, quedó apoyado en las puertas de la oficina. Al escuchar los tiros, Araneda acudió hasta la entrada del lugar y ayudó al ex gendarme a ingresar al despacho. Frente a la agresión, los delincuentes decidieron parapetarse junto a las cuatro personas que estaban en la oficina en la sala de reuniones. Es en este momento que el asalto se convierte en un secuestro.
La sala de reuniones tenía una ventana que daba hacia el patio interior del edificio, por lo que Cortés y Araneda decidieron trasladarse junto con sus rehenes a una pequeña habitación continua, que no tenía ventanas. Fue en ese lugar cuando los delincuentes dieron una seria amenaza a sus rehenes: "Si esta hueá sale mal, los vamos a matar a todos".
Luego, tomaron la decisión de llamar al call center de la Fiscalía Centro Norte, para que un fiscal suba hasta el cuarto piso del edificio y negocie cara a cara la salida de los rehenes. "Que venga un fiscal o matamos a todos", fue la amenaza que esta vez realizaron los sujetos. Cortés obligó entonces al abogado Miguel Alvarez a insistir. Este se comunicó con un conocido: el fiscal de Curacaví Cristián Cáceres, quien a partir de ese momento dialoga con los secuestradores.
Además, los delincuentes solicitaron el retiro de todos los policías. Desde entonces las negociaciones quedaron a cargo de un oficial de Dipolcar. Se les entrega un teléfono para dialogar. El aparato estuvo intervenido en todo momento.
Luego de concederles los llamados telefónicos, se les exige a los asaltantes que entreguen sus armas, lo que hacen en una bolsa plástica.
De ahí en adelante la rendición de los antisociales fue sólo cuestión de tiempo.

[12 de marzo de 2006]
[Héctor Rojas y Felipe Díaz]
la tercera]

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