[Marcelo Garay V.] El monstruo que convirtió su casa en un ‘cementerio indígena'. Benjamín Haebig eliminó en 1959 a un anticuario y a su mozo homosexual y los enterró en patio de Dardignac 81. El ‘Gringo' intentó despistar a la policía y en 1961 denunció que en su vivienda había restos de aborígenes. Con eso firmó su sentencia. "Al primero lo maté por ladrón y al Milo por inmoral", dijo el asesino. Alimentando palomas en el bandejón central de Avenida Matta y emparejado con una mujer creyente que lo visitó durante su permanencia en la cárcel pasó sus primeros años de ex recluso el mítico Benjamín Emilio Roberto Haebig, ‘El Monstruo de Dardignac 81'. La pareja se casó en la ex Cárcel Pública, donde ‘El Gringo' purgó apenas 10 años del total de la condena por asesinar al ‘anticuario' Leonidas Valencia Chacana y a Milo Montenegro, un homosexual que trabajaba para él como mozo.
Un Pillo
Bonachón, de pelo y ojos claros y 1.98 metro de estatura, Haebig se casó en 1959 con María Jesús Portales, descendiente de Diego Portales. Pero el matrimonio duró hasta que él le disparó. Para fortuna de la mujer, Haebig no tuvo buena puntería. Fue en la casa de Dardignac, que compró en 1957, donde ‘El Gringo' tejió una trama criminal con dos personajes tanto o más oscuros que él. Un camino que prefirió terminar a su favor el 29 de abril de 1959. Ese día Valencia Chacana, quien vendía antigüedades en el Mercado Persa, llegó hasta la casa para ver unas piezas que Haebig robaba a su arrendataria, la baronesa María Teresa von Door de Caseel, entonces de viaje por Europa. Pero el reducidor le debía 200 mil pesos y eso lo tenía molesto. Cuando le enrostró la deuda y no obtuvo respuesta, enfureció. Entonces aprovechó que Valencia observaba las antigüedades y le disparó dos tiros en el cráneo. Luego esperaría la noche para enterrarlo en el patio. Dos meses después la desaparición del ‘anticuario' cobró el interés de la prensa, al igual que la del mozo Montenegro, quien comenzó a sospechar y quiso chantajearlo. Fue su sentencia de muerte. ‘El Gringo' lo ejecutó de un tiro en la nuca. Luego lo decapitó y lo enterró junto a Valencia Chacana. "Al primero lo maté por ladrón y al Milo por inmoral. Los maté por la espalda porque es más seguro y los enterré boca abajo. Al Leonidas para no verle la cara y al Milo para no verle el cuello con sangre", confesó.
Confesión
Terminaba enero de 1961 y Haebig denunció a la policía el hallazgo de un cementerio indígena en el patio de su casa. Aunque desató revuelo periodístico, la leyenda duró poco. En medio de las excavaciones que él mismo ordenó a los obreros Eleazar Díaz y Mario Opazo, policías y periodistas dudaron. Un cinturón de piel aún fresca, orificios de bala en ambos cráneos y una lupa del anticuario echaron por tierra su plan del crimen perfecto. La madrugada del 4 de febrero confesó el doble homicidio. El 6 de diciembre de 1963 fue sentenciado a 46 años de prisión, pero en 1965 le rebajaron 28 años. Abandonó la cárcel en 1971. De su fama criminal no volvió a hablar. De ese pasado inmediato sólo conservó su vestir elegante, su pausado y agringado hablar, su mitomanía y una reserva sobre el doble homicidio. "Usted me quiere pillar", decía a quien osaba insinuarle algo sobre el caso que lo convirtió en uno de los más intrigantes asesinos criollos. Haebig acabó sus días en un asilo de ancianos de Paillaco, en 1981.
Lo Vincularon al Crimen de Semana Santa
Aunque sólo reconoció el doble homicidio de Valencia Chacana y Montenegro, al ser detenido Roberto Haebig fue vinculado con otro escabroso asesinato cometido años antes: El llamado crimen de Semana Santa. En 1955 la policía halló el cuerpo sin vida de la acaudalada anciana Zoila Elena Troncoso Valdivieso. La mujer hacía negocios con Valencia Chacana, a través de quien conoció a Montenegro. El mocito un día fue recomendado para hacer aseo en la mansión de la millonaria, en Alameda 2590, esquina Molina. Las hipótesis policiales de la época apuntaban a que Montenegro planificó robarle a la solterona y compartió su plan con Haebig. La modista y amiga de la víctima María Torrelli declaró haber visto a un hombre de finos modales en la casa de su amiga, dos días antes del Jueves Santo, cuando se cometió el crimen. Era Montenegro. Había ido a encerar la casona y la modista fue testigo del pago de los servicios. Una vez que se identificó el cuerpo enterrado en Dardignac, la policía sólo tuvo que atar cabos. Pero Haebig nunca reconoció tener participación en este crimen.
Dobló al Mítico Boris Karloff en Hollywood
Hijo de padres chilenos, Benjamín Haebig nació en Santiago en 1896 y tuvo una infancia marcada por la férrea disciplina impuesta por su padre. Pero no fue suficiente. De adolescente se hizo polizonte y en un barco que zarpó desde Valparaíso llegó a Estados Unidos. En ese país estuvo preso por colaborar en la fuga de dos mujeres de la cárcel y otros delitos. Pero también conoció la fama. Su parecido con Boris Karloff, el actor que encarnaba al mítico Frankestein, lo convirtió en doble de cine en Hollywood. Se hizo galán y ganó bastante dinero, el que le permitió regresar a Chile con una leyenda de película: Ingeniero Naval y héroe de la Segunda Guerra Mundial. Historias suficientes para conquistar el corazón de Aurora, la mujer que lo visitó en la cárcel como parte de su labor en una parroquia del barrio Matta. Luego de varias visitas, se enamoraron y casaron. Mientras algunos creen que la mujer lo hizo por la fortuna que Haebig conservó, otros creen que éste buscó así una llave para abrir las puertas hacia la libertad. Una vez que ‘El Gringo' Haebig abandonó la prisión "por irreprochable conducta anterior", como se argumentó, se fueron a vivir a una casa de avenida Matta, a la altura del 700. Mientras él pasaba sus días sentado en los desaparecidos escaños de esa arteria del antiguo Santiago, conversando con parroquianos, Aurora continuó su labor pastoral. Pero había más. Con algún parentesco con la familia Lazcano González, era común que ella visitara cada viernes la casa de éstos en Matta 551, para celebrar sesiones de espiritismo.'El Gringo' las evitaba, pues prefería beber como el buen ‘marinero mercante' que decía ser. Quienes le vieron y conocieron dicen que Haebig tenía muchas historias de sus viajes por altamar. Sin embargo, pese al interés que despertaba oírle, siempre parecía estar "tomándole el pelo a la gente". "Era bien loco y su mujer le andaba a la altura", cuentan.
[Marcelo Garay V.]
[12 de julio de 2006]
[©la cuarta]
12 julio 2006
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4 comentarios:
hace tiempo que busco sobre el tema, me parece interesante esta historia, yo lei la historia autobiografica se supone del asesino pero no se muy bien entonces que paso, el dice haber matado al anticuario, a una mujer creo que es la es´posa del anticuario y no recuerdo la otra, pero son 3
el libro lo perdi y no lo pueod encontrar ni en biblioteca, el se hace llamar lui sheabing torrealba
hola me interesa el tema sobre manera
si alguien sabe donde puedo encontrar el libro diganmelo por fa ( auto biografía de Roberto Heabig)
al tresasociados@tie.cl
saben...necesitan más saber sobre ustedes mismos...que sobre un hombre que quizás fue un asesino, pero también fue una víctima de la prensa amarillenta y horrible que aun sigue cargando el relato de muertes y acontecimientos inexistentes...que paso con la familia de él... son hasta el día de hoy cuestionados por la gente..eso no tiene perdón histórico. Miren mejor los que les esta pasando a ustedes.
Fue un caso sumamente interesante. Mi padre aun lo recuerda, pues ocurrio hace mas o menos 50 años, cuando el era un muchacho. Siempre me dijo que el monstruo de la calle Dardignac tenia el aspecto mas cadaverico que alguien se pudiese imaginar. Seria muy interesante poder leer su autobiografia.
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