23 septiembre 2009

Su Hija Apareció Amarrada en Costanera

[Punta Arenas] Relato madre de menor que apareció amarrada en Costanera. Mujer habla de su "calvario", de amenazas y del difícil momento que vive su familia. Dice que todo comenzó en marzo, cuando denunció un abuso sexual en contra de la misma niña de 12 años.
Basta dos o tres frases para saber que se trata de una madre bajo una fuerte carga emocional. Su relato estremece, su mirada parece estar ausente y sus palabras surgen cargadas de sentimientos que ella misma va descifrando a medida que avanza el diálogo.
Fue el pasado lunes siete de septiembre cuando su hija de 12 años de edad fue hallada en un sector de la Costanera, a la altura de calle Club Hípico, maniatada y amordazada. Había sido abordada por un desconocido, ingresada a un vehículo y llevada bajo amenazas a dicho sector. Una pareja de transeúntes la encontraría y daría cuenta a Carabineros.
"Se han dicho muchas cosas, por eso quiero y necesito entregar mi versión". Luego del preámbulo, comienza su relato.
Cuenta que hasta hoy no puede saber qué ocurrió realmente con su hija. La menor se encuentra incapaz de hablar, de contar detalles, "ella recién comienza a recordar. Está aferrada a un rinconcito de su pieza, con medicamentos. En el día llora y en la noche se pone a gritar, está desconsolada. Imagínese qué significa eso para una madre..."
De los pocos antecedentes que ha podido obtener de la menor, recuerda que estaba en el agua, que sentía mucho frío, casi congelada. Nada más. "Por eso, yo digo que a mi hija la quisieron matar".
La mujer parece quebrarse cuando se le pide recordar el día en que ocurrieron los hechos. Un suspiro profundo y prolongado aparece como antesala. "Pasé a buscar al colegio a mi hijo de cuatro años y de ahí nos fuimos a la otra escuela en busca de mis dos hijos (de 12 y ocho años). Eran las 6,20 de la tarde. Me quedé en el auto esperándolas y como no salían me bajé a buscarlas, sólo estaba la menor".
Agrega que comenzó a preguntar, a buscarla dentro y fuera del establecimiento, pero nada. Era el comienzo de la desesperación.
Ahí dice haber perdido la noción del tiempo, de la hora, sólo atinó a buscar ayuda en Carabineros. Fue en dependencias de la Primera Comisaría cuando se le informó que un matrimonio la había encontrado.
"Cuando la vi en el hospital tenía moretones en su carita, no me hablaba, sólo me miraba y sus lágrimas corrían por sus ojitos".
Aquello, añade, no era el comienzo ni el final de un episodio cruel y real. Había un antes y, seguro, habrá un después.

Denuncia por Abuso Sexual
La joven madre cree que lo vivido aquel siete de septiembre tiene un origen: una denuncia por abuso sexual en contra de un empresario de 63 años, su ex empleador.
El caso que es parte de una investigación judicial da cuenta de un hecho registrado en marzo pasado, cuando el hombre habría llegado hasta su domicilio y abusado de la pequeña de 12 años, aprovechando que las dos niñas se encontraban solas. Ella había salido a comprar junto a su hijo menor.
Del incidente tuvo conocimiento cuatro días después, cuando su propia hija contó de la visita y de lo que había hecho el "tío".
En ese momento se inició un calvario. Cuenta que interpuso la denuncia, que comenzaron las amenazas y que su hija inició un largo tratamiento.

Fotografías y Llamados
Asegura que hasta su hogar llegaron fotos del mismo sujeto sindicado como autor del abuso, imágenes donde aparece desnudo. Luego hace un alto en el diálogo para hacer escuchar una grabación en su celular. Una voz alterada -supuestamente del hijo de quien es sindicado como abusador- la amenaza a ella y a su hija de infligirle mucho daño, dejando en claro que será la menor quien sufrirá las peores consecuencias.
"No puedo asegurar que sean las mismas personas las que le hicieron esto a mi hija (el episodio del 7 de septiembre), pero son demasiadas las coincidencias. Sólo pido justicia, el poder vivir tranquilos".
Luego nuevamente se refiere al estado de la menor. "Me duele lo que está pasando, porque reincorporarla luego del abuso fue un tratamiento larguísimo. Todo parecía estar bien, era como una paz que había llegado, pero que terminó con esto".
Al final de la extensa conversación, la madre confiesa sentirse desahogada, más tranquila y con la fuerza de poder enfrentar la investigación y el proceso judicial que está en marcha.
En la despedida, habla del calvario de ver sufrir a los hijos y de no entender cómo alguien puede ser capaz de hacerle daño a un niño.
Los nombres se mantienen en reserva para proteger las identidades de los menores y resguardar la seguridad de la familia.
[Alejandro Salazar]
[23 de septiembre de 2009]

prensa austral]

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