24 mayo 2007

increíbles historias de terror

[Santiago] Cuentos de terror tan increíbles como reales. Las fuertes condenas que han recibido algunos parricidas, parecen no atemorizar a otros potenciales agresores, que terminan asesinando a quienes debían proteger.
Como un "fallo ejemplarizador" fue considerado en forma prácticamente unánime la condena de presidio perpetuo calificado que, el 20 de mayo pasado, recibió Alfredo Cabrera Opazo (39) quien en diciembre de 2005 arrojó a su hija Javiera (6) desde el séptimo piso de un edificio de Santiago Centro, con el siniestro objetivo de castigar a su ex pareja y madre de la menor, Claudia Neira.
Los 40 años que Cabrera Opazo debería permanecer tras las rejas -si es que la vida le alcanza- antes siquiera de postular a algún beneficio, fueron un magro consuelo para la madre y entregaron una cierta conformidad a los impactados chilenos.
Sin embargo, no sirvieron de nada para cambiar el cruel destino del pequeño Óscar Sánchez Sánchez (3), quien al día siguiente de la "ejemplarizadora" condena contra Cabrera, el lunes 21 de mayo, perdió la vida en manos de su padre biológico, José Bahamondes Pino (37), quien a pesar de engendrarlo nunca lo quiso reconocer.
Según declaró la madre del menor, Nadia Sánchez Vinnett (22) el drama ocurrido en Colina comenzó, o más bien culminó, en la mañana del lunes cuando Bahamondes botó a su hijo de la cama quien se golpeó fuertemente en la cabeza. Esa no era la primera vez que el sujeto maltrataba a su hijo, incluso una vez lo quemó con una plancha, y tampoco fue la última. El llanto del niño alteró aún más al irascible padre y le propinó una brutal paliza en el baño de la casa. Por la tarde, le fracturó su frágil mentón con un golpe de puño y el niño se rindió. Pocas horas después, en la posta de Colina, huyó para siempre de tanta golpiza.
En el estropeado cuerpo quedaron las huellas de su corta pero dura existencia, que incluiría agresiones sexuales propinadas por quien le dio la vida y también se la quitó. Bahamondes y Sánchez quedaron en prisión preventiva y fueron formalizados: él por parricidio, ella por encubridora.

Cuatro Casos en 2007
Según datos del Servicio Nacional de Menores (Sename) la muerte del pequeño Óscar fue el cuarto parricidio de connotación pública que se registra en lo que va de este año. "Generalmente ocurren en fines de semana largo", señaló la directora del organismo Paulina Fernández.
El año pasado fueron 18 los menores que fallecieron en manos de quienes debían protegerlos. Uno de los casos más impactantes fue el de Danzel Espinoza, quien tras cuatro días de agonía, murió el 18 de octubre pasado por una falla multisistémica que le produjeron los maltratos que su padre, José Luis Espinoza (27), le propinaba en la cobarde privacidad de un inmueble de San Bernardo. Los cortos dos meses que alcanzó a vivir Danzel fueron suficiente para conocer, demasiado de cerca, los grados de crueldad que puede llegar un ser humano.
El 11 de mayo pasado, en el Tribunal de Garantía de San Bernardo el fiscal, Marcelo Soto, presentó una acusación por parricidio contra Espinoza y solicitó una pena de presidio perpetuo simple (20 años, antes de solicitar un beneficio) en su contra. Para el fiscal se deben considerar dos agravantes: haber actuado con alevosía y la superioridad de fuerza.
En los hechos consta que el acusado golpeó, asfixió, tironeó y zamarreó al lactante, cuando el bebé se encontraba bajo sus cuidados en el domicilio ubicado en población Balmaceda.
Veinte años de presidio también es lo que solicita el fiscal Rodrigo Gallardo, para Cristián Bustamante, quien en la madrugada del 9 de agosto de 2005 asesinó a su hijo Jesús, de un mes y medio, porque su llanto no lo dejaba dormir. Y en las noches insomne, la duda de su paternidad del menor, lo acicateaba constantemente.
El acusado, que hoy enfrenta su tercer día de juicio oral, declaró ante el detective Hugo Astroza que esa noche al no poder callar al niño le hizo beber un concho de cerveza que había quedado en un vaso. El menor siguió llorando. Entonces cogió una almohada y aplastó su cabecita y, al fin pudo dormir, porque el niño guardo silencio para siempre. Curiosamente, la madre del menor -que producto de tranquilizantes, dice no haber despertado durante los trágicos sucesos- hoy apoya y declara a favor del hombre que le dio y que le quitó su hijo.
[24 de mayo de 2007]
la nación]

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