[San Antonio] Profesora municipal y su anciana madre sufrieron violento asalto en su casa. Indefensas víctimas fueron maniatadas por los hampones. Afectadas quedaron con severo trauma. Lilian Catalán Epuñán, actual jefa del Departamento Municipal de Educación de Cartagena, no ha podido conciliar el sueño. Y probablemente pasará mucho tiempo para que vuelva a dormir tranquila en su propia casa. Eso, como consecuencia de la traumática experiencia que vivió en su residencia particular de la población Caupolicán II, en la parte alta de la comuna.
El reloj marcaba las 23.30 horas. Lilian Catalán, una de las profesoras más antiguas y destacadas de la escuela Pedro Aguirre Cerda, estaba trabajando tranquilamente en su computador notebook, en el segundo piso de su vivienda de calle Caupolicán. En el primer piso dormían profundamente su anciana madre, María Epuñán, de 85 años, y su nana, María Díaz, de 60.
La tranquila noche de trabajo se vio perturbada por un repentino corte de luz. Lo extraño fue que, al asomarse por la ventana, la profesora vio que en la calle y en las otras casas sí había energía. Pensó, entonces, que había un problema en su medidor.
En medio de la oscuridad, salió al antejardín para ver qué ocurría. Ahí comenzó su pesadilla. Un delincuente la tomó por la espalda y le dijo: "no se mueva, quédese tranquila".
La profesora pensó que se trataba de una broma. Pero era la más dura y terrible realidad.
Tras la frase, entró en acción un segundo antisocial, quien, al igual que el primero, tenía parte de su rostro cubierto con un cuello de polar.
El delincuente que la tenía por la espalda le puso un gollete de botella en el cuello. Ella, en una reacción innata, intentó repeler el atraco agarrando el trozo de vidrio, pero sólo consiguió una profunda herida en uno de sus dedos.
"Me metieron a la casa y me preguntaban por la plata. Uno de ellos me dijo que venían dateados de Santiago y que sabían que en mi casa había plata porque yo era directora de una escuela de San Antonio", relató ayer la maestra, todavía alarmada y conmocionada por el atraco.
Mientras el más violento de los hampones redujo a las tres indefensas mujeres en una pieza, el otro comenzó a registrar todas las habitaciones. Ambos gozaron de alegría al ver el notebook, el que se llevaron incluso con la maleta y el cargador. El botín también comprendió 80 mil pesos en billetes y monedas, joyas y cuatro celulares. En total, más de 2 millones en especies.
Antes de escapar amarraron de pies y manos a las víctimas. Luego tomaron las llaves del automóvil de la profesora, pero no lo pudieron sacar del estacionamiento porque se les trancó el portón.
[Carlos Rodríguez Ilabaca]
[26 de mayo de 2007]
[©líder de san antonio]
26 mayo 2007
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