Archivos del crimen. En la última de sus correrías, en 1974, asesinó a dos carabineros y se pegó un tiro en la sien derecha al verse acorralado. Feroz cuatrero ‘El Águila' sembró la muerte en campos del sur antes de suicidarse. Acostumbraba celebrar cada uno de sus golpes con asados.
La mañana del 16 de octubre de 1974 el ganadero Adolfo Contreras Henríquez salía de su casa en el sector Mallocaven, al interior de la comuna de Ñiquén, hoy Octava Región, cuando vio que Rogelio Hernández Manríquez (38), el feroz cuatrero conocido como ‘El Águila', huía junto a su banda con cinco ovejas. Esta acción del delincuente y su grupo sería el comienzo de su perdición...
El jefe del retén de Ñiquén, cabo 1° Raúl Demetrio Sepúlveda Grandón, recibió la denuncia del abigeato y a sabiendas de que el enemigo que enfrentaba era altamente peligroso pidió cooperación a sus colegas de San Carlos. A la mañana siguiente lo acompañaron en su misión el cabo 1° Hugo Monroy Espinoza, el sargento Luis Soto, el baqueano Luis Fuenzalida Cofré y Juan Contreras, hijo del afectado.
A las 17.45 horas llegaron hasta una vieja casona de adobes y la rodearon. Pertenecía a Ludovina del Carmen Valenzuela Cerda (90), quien luego sería sindicada como el ‘cerebro' de varios de los golpes de los cuatreros. ‘El Águila' se había enamorado de su hija, Ludovina Sepúlveda Valenzuela (22), pese a estar casado, y en su banda participaban dos sobrinos de la mujer.
Desde el interior de la vivienda surgían gritos de celebración, además de un fuerte olor a asado, preparado con los animales robados, algo que ya era una costumbre después de dar cada golpe.
Baño de Sangre
El cabo Sepúlveda se aproximó a la entrada y golpeó. Al abrirse la puerta dos ráfagas de balas calibre 38 lo hirieron y cayó al suelo. En su auxilio acudió disparando el cabo Monroy, pero en ese instante apareció ‘El Águila', quien le arrebató su fusil automático y lo ultimó a quemarropa, dejándolo irreconocible. Luego cogió a Sepúlveda del pelo y como si fuera una presa lo introdujo a la casa, donde lo remató a tiros. El cuatrero ya tenía a su haber otras dos muertes, la de otro policía y la de un compinche al que acusó de hacer trampas en un juego de cartas.
En el enfrentamiento también cayó abatida Aurora Sepúlveda Valenzuela (45), hermana de la querida de ‘El Águila'.
Fuenzalida y el sargento Soto estaban en clara desventaja, por lo que no tuvieron más opción que pedir ayuda al retén de Ñiquén, desde donde se dio la voz de alerta al Regimiento de Infantería de Montaña de Chillán y se solicitó la cooperación de helicópteros. La cacería por los escondrijos de la Cordillera de la Costa estaba desatada. Carabineros de Chillán, San Carlos, Linares y Parral entraron en alerta roja.
Cacería
Fueron seis largos días de búsqueda. Muchos lugareños dijeron haber visto a Hernández robando sus animales, pero no se atrevieron a enfrentarlo. Junto a él huían los hermanos Anselmo y Apolinario Muñoz Sepúlveda. Este último fue capturado en Parral y contó que el principal prófugo escapaba herido en su rodilla izquierda por caminos y senderos que sólo él conocía. Portaba su fusil, un rifle recortado y un revólver Colt 38, con el que asesinó al cabo Sepúlveda.
También fueron detenidos por los carabineros Ludovina y su parentela.
A las 8.30 horas del 24 de octubre ‘El Águila' y Anselmo Muñoz llegaron al fundo Monteflor, a 35 kilómetros de Parral. Con sus armas amenazaron al campesino José Manuel Navarrete y le exigieron comida y asistencia médica. El hombre colaboró, pero le avisó secretamente a un inquilino para que llamara a la policía.
No Se Entregó
Un fuerte contingente uniformado se apostó en el lugar, previendo un enfrentamiento armado con los fugitivos, pero unos minutos después Navarrete avisó que ‘El Águila' se había suicidado de un tiro en la sien derecha. Anselmo Muñoz fue detenido cuando huía por los cerros.
Asesino de su padre le enseñó a ser un bandido temible y con sangre fría
Rogelio Hernández Manríquez vivió desde pequeño en medio de la brutalidad delictual. Nació en el seno de una familia campesina y cuando tenía 6 años su casa fue asaltada. Su padre murió acuchillado por el líder del grupo al oponer resistencia.
El asesino, un avezado cuatrero, se convirtió luego en el padrastro de Rogelio y le enseñó todo lo que sabía sobre el robo de animales. Lo curtió de frialdad.
Cuando tenía 15 años y ya encabezaba su propio grupo de bandoleros, ‘El Águila' se enfrentó con la policía y mató a un carabinero.
Preso en la cárcel de Parral se transformó en líder de los reclusos y a los dos meses de haber sido detenido protagonizó una violenta evasión donde dos vigilantes quedaron gravemente heridos, uno de ellos lisiado.
Tiempo después, en un fiero juego de cartas frente a un compinche, Hernández no aceptó la derrota, acusó a su rival de hacer trampas y lo liquidó en la mesa de apuestas.
Fanfarrón
Hernández siempre se jactaba de portar grandes sumas de dinero y a quien le preguntaba le decía que era un próspero negociante con llegada en varios mataderos clandestinos de la zona, donde vendía los animales robados.
También le gustaba la buena vida, pero se cuidaba las espaldas. En la casa de adobe de la veterana Ludovina Valenzuela, que servía de guarida para su banda, abundaban la carne y el vino. Pero para evitar la llegada de aguafiestas, pidió construir en las murallas de la propiedad pequeñas ventanillas por donde se pudiera apostar un guardián con rifle.
De la sangre fría ni hablar. Nada le importó a ‘El Águila' saber que el cabo 1° Hugo Monroy era casado y padre de cuatro hijos al momento de acribillarlo ni que su colega, el cabo 1° Raúl Sepúlveda era viudo y se desvivía por sus tres hijos, de 4, 5 y 6 años.
[13 de diciembre de 2006]
[©la cuarta]
29 diciembre 2006
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