19 diciembre 2008

Asesino Se Mata tras Muerte de Su Familia

[Calama] Impacto por suicidio de asesino. La muerte de Roberto González Vera era tema de conversación en las calles de la ciudad.
Fuerte impacto provocó en la Segunda Región y especialmente en Calama la noticia que entregó en forma exclusiva este Diario y que informó sobre la repentina muerte de Roberto Mauricio González Vera, quien cumplía una condena de 20 años de cárcel por el brutal asesinato de la joven loína Claudia Jimena Araya Díaz, ocurrido el 27 de octubre de 2001.
La forma en que ocurrieron los hechos y la trágica partida del asesino, quien se suicidó en el interior del penal, ocuparon gran parte de las conversaciones de quienes tras enterarse del hecho comenzaban a sacar sus conjeturas, explicando que todo parecía casi una novela dramática, ya que luego de la muerte de Claudia uno de los criminales, quien además era amigo de la joven y colaboró en su búsqueda con la intención de no despertar sospechas, debió soportar un verdadero infierno hasta autoeliminarse.
Antes de su último suspiro, conoció sobre la muerte de su madre y su abuela en trágicas circunstancias y que, de una u otra manera, estuvieron relacionadas con el delito, ya que su progenitora sufrió el accidente mientras se trasladaba a visitarlo al penal de Tocopilla. Una vez ocurrido ese lamentable deceso, la abuela del entonces imputado no soportó la noticia del accidente y falleció de un paro cardiaco.
Además, el mismo condenado sufrió un grave accidente cuando era trasladado en un furgón de Gendarmería hacia el puerto, ya que la máquina se estrelló con el ferrocarril.
Finalmente, Roberto González Vera se quitó la vida, pero en medio de su agonía también falleció su padre, quien presentó complicaciones de salud y dejó de existir en el Hospital Carlos Cisterna.
Para algunos, toda esta tragedia tiene respuestas en lo que escapa a la mirada del hombre, sin embargo, lo único cierto es que, de haberse respetado la vida de la joven trabajadora de la Polla, muchas de las tragedias que ocurrieron después del asesinato se podrían haber evitado y no existiría tanto dolor y lágrimas como las que han derramado las familias de Claudia y Roberto, quienes desde uno y otro lado de la vereda sufrieron en carne propia las consecuencias de una acción a todas luces reprochable y que escapa de toda explicación y lógica humana.
[Eduardo Campos Correa]
[19 de diciembre de 2008]

estrella del norte]

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