01 diciembre 2008

Inocente Trasladado a Cárcel al Sur

[Viña del Mar] Fin de semana de terror vivió en la cárcel. Juez de Garantía de la Séptima Región, al cerciorarse que no era imputado por crimen, lo liberó e inició un sumario por negligencia para establecer responsabilidades.
Juan Quinteros, de 26 años, es garzón, padre de una niña de dos meses y acaba de pasar un fin de semana de terror, encerrado en una cárcel por error.
No es culpable de delito alguno. Promete que nunca ha robado y menos atentado contra la vida de alguien. Su única falta fue haber bebido más de la cuenta y haberse enfrascado en una pelea con un chofer de colectivo, que no quiso llevarlo a su casa y lo obligó a bajarse.

Detenido
¿Resultado? Carabineros lo detuvo el jueves a 21 horas en la esquina de la calle Valparaíso con Villanelo, sin que opusiera resistencia. Pese a que había bebido, estaba consciente de que debía responder tras haber arrojado una botella de cerveza al parabrisas del taxi.
A las 22 horas, Juan Ignacio figuraba al interior del calabozo de la Prefectura de Viña del Mar para ser pasado a la mañana siguiente al control de detención en el Tribunal de Garantía.
Fue en este último recinto donde comenzó la pesadilla. Grande fue su sorpresa cuando, además de avisársele que debería indemnizar al taxista con 180 mil pesos, no podría irse a su casa puesto que había una orden de aprehensión pendiente por un crimen por el que era buscado en Talca.
"¿Talca? Pero si yo nunca he ido a esa ciudad. No la conozco... Nunca he cometido un crimen", decía. De nada sirvió que este empleado del ‘Mastodonte' de Valparaíso alegara.
El defensor, según relató a este diario, le dijo que intentaría ayudarlo y aclarar qué estaba pasando, pero no hubo resultado, y en vez de quedar en libertad, fue esposado y trasladado a la Cárcel de Valparaíso para su posterior traslado a la Séptima Región.
"No quería creer lo que me estaba pasando. Me estaban tomando por una persona que no era, pese a que tenía mis documentos. Lo peor es que nadie me escuchaba, ni me hacían caso", contó ayer aún impactado, rodeado por su madre y sus dos hermanas en el patio de su casa de calle El Maitén, de Viña del Mar.

Condiciones Inhumanas
Prefiere no entrar en detalles y olvidar lo antes posible un lugar que nunca quisiera haber conocido.
Una vez que fue llevado a la cárcel porteña, fue sometido al registro de rigor por el cual debe pasar todo aquel que ingresa al lugar.
"Me desvistieron, me revisaron. Me pusieron en un módulo de tránsito donde había presos muy agresivos y ahí tuve que pasar la noche muerto de susto. Había unas colchonetas en el suelo donde dormían sin frazadas, de a dos y tres. Son condiciones realmente inhumanas las que hay ahí", se quejó.
El afectado garzón contó en su testimonio que en las colchonetas, lo menos que había era pulgas. Con suerte encontró a un hombre que le dio confianza y le rogó que le hiciera un espacio para sentarse y descansar.
Al otro día, la pesadilla continuó, aunque lo peor estaba por venir. Sin comer ni tomar líquido alguno, al día siguiente fue conducido en un carro de Gendarmería a Talca. "Uno termina por sugestionarse. Al sentirme desolado y sin ayuda, pensé que me iba a quedar el resto de mi vida ahí", alcanza a decir Quinteros antes de hacer una de las tantas pausas que requiere para terminar el relato.

Devastado
A Talca llegó exhausto. "Allá fue peor, porque me metieron a otro módulo en que estaban todos despiertos, viendo una tele y se me acercó el que era como el jefe del calabozo. Tenía hasta celular y vi cosas que no quiero recordar nunca más. Lo único que sé es que nunca más quiero ir a un lugar así. Es lo peor que le puede pasar a un ser humano. Los presos son personas perdidas, que no tienen futuro. Son personas que tienen años por delante tras las rejas. Es como estar en el psiquiátrico porque se psicopatean entre ellos".
Quinteros no durmió por una segunda noche. Esta vez, en Talca, y sin haber podido dar aviso.
En la mañana del sábado fue conducido al tribunal de garantía de Talca, donde recién pudo saber la causa de su peregrinaje. Había sido confundido con otro Juan Quinteros de 26 años. Tienen distintos números de carnet, lo que durante el control de detención en el tribunal de Viña del Mar en la mañana del jueves, ni el fiscal ni Gendarmería pudieron detectar. El carné se había quedado en el penal porteño la noche anterior.
[Claudia Campos]
[1 de diciembre de 2008]
mercurio de valparaíso]

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