01 noviembre 2006

de un balazo en el corazón

Archivos del crimen. Estafador asesinó de un balazo en el corazón a prostituta que no aceptó rebaja. Magdalena Liencura llegó a probar suerte a Santiago en 1973 y la mala fortuna quiso que ‘atendiera' a Carlos Córdova. Iba subiendo las escaleras para dirigirse al segundo piso del lupanar cuando le dispararon. La víctima fue la única damisela que la trágica noche quiso acompañarlo.
La noche del 4 de julio de 1973, Carlos Raúl Córdova Ulloa, de 58 años, se encontraba bebiendo en el restaurant ‘La Fusta', en calle Blanco Encalada, frente al Club Hípico. Junto a amigos del malevaje criollo le dio el bajo a varias botellas de vino y en múltiples ocasiones fue al baño donde secretamente aspiraba cocaína.
Como tantas otras noches, la euforia y la ansiedad por emociones más fuertes recorría el cuerpo de este gordo y semicalvo personaje, quien al poco rato decidió retirarse y proseguir la juerga en el prostíbulo que regentaba Nora Gallardo, en calle Agustinas 1943.
En la casona, que en ese entonces tenía dos pisos, la mujer se encontraba junto a tres damiselas. Con droga y alcohol, Córdova Ulloa intentó abacanarse con el ramillete, pero sólo una de las meretrices, Magdalena Liencura Carrillo, de 28 años, aceptó acompañarlo, pese a su desaliñado comportamiento.

Prendido
Después de compartir unos tragos y ante las insinuantes proposiciones que el hombre le hacía con intención de que ambos subieran a un cuarto privado en el segundo piso, la fémina le exigió llegar a un acuerdo monetario. A cambio recibió una propuesta que ella rechazó de plano.
Por varios minutos siguió el gallito entre ambos, hasta que a las 7 de la mañana la joven se aburrió y le dijo que ya no podía seguir perdiendo el tiempo. Esto último aliñado con algunas frases despectivas.
Herido en su orgullo y al ver que se tronchaba su oportunidad de ver coronada la enviciante jornada con la compañía de una mujer, Córdova desató toda su ira en contra de la muchacha. Ella había comenzado a subir las escalinatas hacia sus aposentos cuando el hombrón extrajo un revólver y disparó, impactándole en el corazón.
La meretriz cayó por los peldaños y su cuerpo quedó tendido en el piso.
Al sentir el disparo, la regenta y las otras asiladas salieron de sus habitaciones y bajaron presas de espanto.
El grito de terror de las mujeres al ver el cuerpo de Magdalena en medio de un charco de sangre, despabiló un poco al agresor que en ese momento había comenzado a ser fuertemente increpado por las compañeras de la fallecida.
Usó su arma para amenazarlas, logrando que le abrieran la reja de salida para emprender la fuga por avenida Brasil hasta Alameda.
Carabineros de la Tercera Comisaría y detectives de la Brigada de Homicidios demoraron pocos minutos en acudir al lugar , pero pese a la operación rastrillo en el centro capitalino, el asesino se esfumó.
Diez meses después fue capturado, pero Córdova Ulloa resultó ser una caja de sorpresas para la policía.

Por Plata la Familia No Pudo Viajar al Entierro
Magdalena Liencura había llegado a Santiago como una de las tantas chiquillas que ven en la capital la gran oportunidad de sus vidas.
Proveniente de Cañete, en la Octava Región, era la menor de cinco hermanos, grupo compuesto por cuatro mujeres y un hombre.
Cada vez que podía viajaba a ver a su familia. No eran muchas veces porque el costo era muy alto para una persona de escasos recursos.
Elba Olave Liencura (50) recuerda que su tía Magdalena intentaba no perder el contacto con los suyos.
"Era reservada, nunca dijo dónde vivía, ni en qué trabajaba. Imaginábamos que de niñera o nana", explica. El tiempo pasó y cada vez eran más escasas las visitas que hacía, hasta que ocurrió la desgracia.
"Tampoco supimos si se casó o tuvo hijos".
Al morir asesinada, la tristeza fue doble "porque no teníamos recursos para viajar al funeral. Por eso no supimos dónde fue enterrada. Hace poco intenté averiguar algo, pero no pude".
La Cuarta averiguó que Magdalena descansa en un modesto nicho de la Galería Igualdad, en el Cementerio General.

Homicida Usaba Numerosas Chapas Para Realizar Millonarios Chanchullos Económicos
El 24 de mayo de 1974, después de un arduo trabajo policial, a Carlos Córdova se le acabó la suerte.
Fue detenido en Rancagua y llevado al entonces Servicio de Investigación de Delitos Económicos. Pero su caída no se produjo por el sangriento asesinato en el prostíbulo de calle Agustinas, sino que por una serie de estafas de las que resultó ser un hábil ejecutor.
Ante los detectives de esa unidad confesó sus delitos económicos, pero los policías fueron sorprendidos cuando admitió además, al parecer perseguido por su conciencia, que era el autor del brutal homicidio de la joven Magdalena Liencura.
Ahí se supo que después de cometido el crimen y gracias al trabajo sucio de un sujeto que antes de escapar del país le proporcionó cédulas de identidad falsas, Carlos Córdova abrió cinco cuentas corrientes en instituciones bancarias a través de las cuales estafó.

Cheques
Se abrió una investigación luego que la semi estatal Empresa Nacional de Frigoríficos denunció la pérdida de 2 millones 700 mil escudos. El hecho se produjo después que un tal Carlos Burgos Solís entregó un cheque sin fondos, como parte de la compraventa de un cargamento de frutas. La cuenta provenía de la sucursal Franklin del ya desaparecido Banco O'Higgins. Las frutas se vendieron directo a público en la Vega Poniente.
Burgos no era otro que Carlos Córdova y la chapa correspondía a un empleado en Osorno. También se hacía llamar Ramón Santander, Juan Merttners, Carlos Montes y Ernesto Salinas.
Investigaciones logró pesquisar que el hombre perpetró estafas desde Valparaíso a Cautín, perjudicando en su mayoría a honestos comerciantes.
Sus malabares le reportaron más de 40 millones de escudos. Fue condenado por sus crímenes junto a dos hombres y una mujer que actuaron como encubridores.
[Marcelo Romero G.]
[1 de noviembre de 2006]

la cuarta]

No hay comentarios.: