17 abril 2009

Le Pegaron 30 Puñaladas

[Llo Lleo] "Me mataron en vida". Luis Hermosilla quedó con el rostro desfigurado y parcialmente inválido tras recibir más de 30 puñaladas de dos gays que ingresaron al liceo que cuidaba.
El 14 de febrero pasado quedará marcado para siempre en la mente de Luis Hermosilla Silva (53). Y no sólo en su mente, también en todo su cuerpo.
La madrugada de ese día se encontraba desempeñando su oficio de guardia de seguridad en el liceo Santa Teresita de Llo Lleo. A las 2.55 horas sintió un ruido en el patio y fue a ver qué pasaba. Vio a dos hombres, tomó su pistola a fogueo y apretó el gatillo pensando que provocaría la huida de los delincuentes.
Pero eso no ocurrió. Uno de los antisociales lo agarró por la espalda y el otro le propinó más de 30 puñaladas con un cuchillo cartonero. Sus agresores, una pareja de homosexuales que había ingresado al colegio para mantener relaciones sexuales, lo atacaron sin piedad durante más de media hora.
Luis Hermosilla quedó al borde de la muerte, con profundas y gigantescas heridas en su cuello, mejillas, cuero cabelludo, espalda y manos. "Los mismos doctores nos dijeron que nunca habían visto un ataque tan cruel como éste. Toda la gente en el hospital estaba impactada", recuerda María Mateluna, la esposa de este guardia que estuvo 11 días en la Unidad de Cuidados Intermedios (Ucim) del hospital local.
A dos meses del episodio que cambió su existencia para siempre y en su primera entrevista a la prensa, Luis Hermosilla confiesa que vive un verdadero infierno. Ni siquiera su infinito amor a Dios -desde su nacimiento practica la religión evangélica- ha servido para mitigar el daño ocasionado por Juan Cornejo Guerra (41) y Eduardo Abarca León (23), actualmente detenidos y formalizados por el delito de homicidio frustrado.
"Estos tipos me mataron en vida. Ya no puedo trabajar y tampoco vivir en paz", se lamenta, en medio de un amargo llanto, este jefe de hogar. En efecto, el feroz ataque lo dejó con graves e irreparables secuelas. Perdió por completo la visión en su ojo derecho, al igual que la movilidad en una de sus manos. Su rostro quedó prácticamente desfigurado por vistosas cicatrices que lo atraviesan de oreja a oreja. Las huellas del ensañamiento sobran en su cabeza y en su espalda, donde recibió más de 10 puñaladas.
Su calvario es terrible. Cuenta que por las noches despierta sobresaltado y que no logra conciliar el sueño pensando en un nuevo ataque. Hay noches en que las pesadillas se convierten en su peor enemigo. Durante el día su situación no mejora. El hecho lo dejó con una crisis de pánico que no ha podido superar ni siquiera con ayuda siquiátrica. No se atreve a salir solo a la calle, porque piensa que en cualquier segundo alguien lo puede volver a emboscar. De un día para otro, se transformó en prisionero de sus propios miedos y en su propio hogar.

Pide Justicia
Abatido y en medio de un largo tratamiento de rehabilitación que lo obliga a utilizar una máscara especial que ayudará a borrar sus cicatrices, Luis Hermosilla clama por justicia.
"Lo único que quiero es que a estos tipos (a sus agresores) se les aplique el máximo de pena posible; que no salgan de la cárcel para que no vuelvan a hacer lo mismo con otra persona inocente como yo", suplica en su humilde casa del sector alto de Barrancas, minutos antes de salir junto a su esposa a una nueva visita al Hospital del Trabajador de Santiago, donde un equipo compuesto por un traumatólogo, oftalmólogo, siquiatra y cirujano plástico lo está atendiendo.

Drama Familiar
Aparte de las consecuencias físicas y sicológicas, el bestial ataque también le ocasionó un profundo drama familiar. Su patrón, al que le prestó servicios por más de 7 años, no le ha brindado ayuda y hace un mes que no recibe la licencia médica de 120 mil pesos, dinero con el que debe alimentar a su familia y ayudar a un hijastro que está cesante y a otra hijastra desempleada que tiene seis hijos.
"No tenemos un peso y tampoco mercadería para comer. Por eso le digo que si bien me salvé de milagro, estos tipos me mataron", insiste Hermosilla, quien debe 83 mil pesos de luz -hoy le cortarán el suministro- y otros 29 mil pesos de agua.
"Ojalá que alguien nos ayude porque realmente no tengo con qué pagar las cuentas. Estoy de brazos cruzados, porque las lesiones me impiden trabajar y tampoco estoy en condiciones de salir a la calle. Necesito ayuda urgente", imploró con palabras entrecortadas por el miedo, la angustia y la impotencia.
[Carlos Rodríguez Ilabaca]
[17 de abril de 2009]

líder de san antonio]

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues a esos dos hijos de stana que le destrozaron la vida tiene que pagarle con la misma moneda o k los maten apetreados escorias de mierada k son ,no hacen mas que infestar la sociedad .