Archivos del crimen. Juan Zenón Soto Campos ultrajó y asesinó en 1996 a la menor de 5 años Elenita Yañez, luego de secuestrarla desde su casa en Concepción. Chacal de Talcahuano se acriminó con nieta de ‘amigo' que le tendió mano en la cárcel. El micrero Guillermo Roa pasó unos meses en penal de El Manzano, por un delito menor. Allí hizo buenas migas con el criminal. Pero su mayor error fue no haberle preguntado nunca por qué estaba preso. Fue condenado a cadena perpetua y estuvo a punto de ser linchado.
No hay fractura más dolorosa para el núcleo familiar que la muerte de un niño. Qué decir cuando el deceso se produce en circunstancias tan horrorosas como el de Elenita Yáñez, de 5 años, masacrada el 8 de junio de 1996, en Talcahuano.
La desgracia comenzó a escribirse en 1993, cuando Guillermo Roa, el abuelo de la niña, conoció en la Cárcel El Manzano, de Concepción, a Juan Zenón Soto Campos, un tipejo de entonces 36 años que purgaba una condena de 13 temporadas a la sombra por haber violado a una guagüita.
Roa, chofer de micro, cayó preso un breve periodo acusado de un delito menor y nunca se atrevió a preguntarle a su 'amigo' por el motivo de su encierro.
Destino Fatal
El ‘tata' recuperó la libertad a los pocos meses.
Luego de un par de años se reencontró con Soto, quien había quebrantado su libertad dominical.
El asesino sabía de la buena voluntad de Roa y no dudó en visitarlo en su casa del Cerro La Pólvora para pedirle dinero. Le contó que su pareja estaba enferma y necesitaba remedios.
El abuelo de Elenita no tenía efectivo y le pasó algunos billetes con el compromiso de ayudarlo con más cuando pudiere. Soto se retiró, pero después de unas cuadras deshizo lo andado y se encontró con la pequeña, que jugaba en la calle.
Intentó seducirla con engaños, pero la niña se negó a acompañarlo. Por eso la cogió firmemente de la mano y partió con ella hacia su casa en Talcahuano.
Allí la abusó sexualmente, le tapó la boca para que no gritara y la asfixió hasta matarla.
En la casa de la familia Roa se percataron de la ausencia de Elenita pocos minutos después de que desapareció. Un niño le comentó a su abuela que Soto la había llevado consigo y comenzó una búsqueda frenética y desesperada.
Primero fueron donde la madre del asesino, Rosa Campos, quien, presagiando lo peor, exclamó: "¡No, otra vez no, no puede ser!".
La mujer conocía el prontuario de su ‘regalón', pero fue incapaz de advertirles a los familiares de la menor. Se limitó a darles su dirección.
Guillermo Roa llegó a la vivienda de la calle Beauchef, en Talcahuano, y golpeó con fuerza, pero no hubo respuesta.
Luego fue a Carabineros, donde le explicaron que debían esperar 48 horas para hacer algo. Ante su insistencia, los policías acompañaron a Roa hasta la casa de Soto.
Tampoco hubo respuesta y los uniformados se retiraron.
Cacería
La familia pidió entonces ayuda a Investigaciones. A los pocos minutos los detectives identificaron a Soto como un peligroso violador, por lo que no tardaron en ingresar a su vivienda. Se toparon con el peor de los finales: El cuerpecillo de Elenita sin vida, tendido en el piso de la cocina.
Comenzó la cacería policial. Los amigos y vecinos de la víctima juraron hacer justicia con sus propias manos, mientras los detectives peinaban la región en busca del maldito.
Debió pasar un semana para que fuera capturado en la casa de sus abuelos, en Carahue.
Los diversos traslados del imputado a cuarteles y la reconstitución de escena se hicieron bajo extremas medidas de seguridad, para contener la ira popular. Estuvieron a un pelo de lincharlo.
El juicio fue polémico, debido a la posibilidad de que el Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle se viera obligado a conmutarle la pena de muerte por cadena perpetua, pena a la que finalmente fue condenado el bestia.
La Sepultaron Bajo un Diluvio
Más que indignación, más que impotencia o desolación, era un sentimiento que agrupaba todas estas sensaciones el que predominaba en el funeral de Elenita.
Cientos de personas que ni siquiera conocían a la pequeña ni a su familia solidarizaron con ellos y los acompañaron a despedirla bajo un diluvio que parecía llorar su partida.
Antes que el cajoncito descendiera para siempre un anónimo asistente dijo que "no puede ser que una bestia disfrazada de hombre nos arrebatara a un angelito que ya debe estar con Dios".
Otro sujeto preguntó "¿hasta cuándo la mano de este criminal estará dando vueltas impunemente?".
Verónica Roa, madre de la niña, depositó junto a su regalona su muñeca favorita y le dijo adiós para siempre.
En 1989 Atacó A Bebita de 2 Años
Antes de que Soto Campos se matriculara en el cuadro de honor de los asesinos más despreciables de la historia perpetró una violación.
El domingo 17 de septiembre de 1989, en medio de las celebraciones de Fiestas Patrias, Juan Zenón salió a festejar junto a un ex compañero de colegio. Se juntaron con dos mujeres. Entre los cuatro bebieron seis litros de cerveza en una schopería.
Más tarde, aperados de dos botellas de pisco, partieron a la casa de una de las mujeres a rematar la tórrida noche. La dueña de casa salió un momento y dejó a su hija de 2 años al cuidado de sus amigos que dormían la borrachera.
Aprovechando el mal estado de sus acompañantes, Soto se levantó y huyó del lugar con la pequeña. El violador contaría después que "salí con la menor en mis brazos... siempre bordeando el río (Bío-Bío), lugar donde dejé en el suelo a la menor, le saqué los pañales y el cuadro de goma que llevaba puesto... ".
El resto del relato del criminal ante la justicia es aún más cruento.
Luego de abusar de la niña, la abandonó junto al río. Afortunadamente fue encontrada por un menor que le salvó la vida.
La Sacó Barata
El 10 de septiembre de 1990 Soto fue condenado por el delito de violación. Considerando que no tenían antecedentes penales fue sentenciado a trece años de presidio mayor en su grado medio, la menor de las penas para un delito tan atroz.
Es inexplicable e inconcebible que Soto Campos haya compartido el mismo lugar de reclusión que al abuelo de Elenita Yánez, a pesar de que era un criminal de marca mayor.
Si hubiera estado donde le correspondía quizás la niña estaría viva.
[Sebastián Foncea M.]
[8 de noviembre de 2006]
[©la cuarta]
08 noviembre 2006
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