27 abril 2008

Sabueso Lleva un Mes en la Cárcel

[Santiago] Dante Yutronic: "¿Cómo iba a sospechar de ese desgraciado millonario?"
El investigador privado lleva 33 días detenido en el Anexo Capitán Yáber, tras haber prestado sus servicios a Gerardo Rocha, el asesino del ex martillero Fernando Oliva.
De un hombre que se ha pasado una vida en el rubro de la investigación y seguimiento de terceros, la puesta encubierta de dispositivos de vigilancia, el rastreo de delitos o la pesca fragante de adúlteros, en fin, de toda la línea de trabajo del investigador privado, uno esperaría encontrar, en cualquier circunstancia, la expresión coriácea de Humphrey Bogart en ‘El Halcón Maltés' o siquiera la impasibilidad o indiferencia convertida ya en costra de un policía experimentado, endurecido y acostumbrado a las volteretas de la vida.
Muy por el contrario, Dante Yutronic (52), propietario y gestor de ‘La Casa del Espía', un peculiar y ya antiguo -quizás hasta ilustre- negocio del ramo, ahora cerrado, no oculta ni las lágrimas ni el sofoco ni la impotencia ni la desesperación que le causa lo que, en sus palabras, es una situación totalmente injusta en la que se le ha motejado de "peligro para la sociedad" siendo él como es, según dice, "un hombre bueno".
Imputado de al menos un cargo -intervención de una red telefónica pública-, Yutronic fue llevado a su actual e incómoda situación por su colaboración con Gerardo Rocha, el autor del sádico crimen del ex martillero Fernando Oliva. Sin embargo, afirma Yutronic, se trató sólo de una colaboración profesional como prestador de servicios de investigación y nada más. Durante ella, asevera, nunca imaginó ni el verdadero carácter ni menos aun las intenciones de su cliente. Es posible que así sea. Ya iremos a sus palabras, a cómo lo expone.
Aquí, en este preámbulo, sólo cabe brevemente reflexionar en cómo los errores, las famas hechas, los pasos dados, las imágenes proyectadas y las conductas que se han acumulado a lo largo de toda una vida, aun si han sido sólo marginalmente incorrectas o dudosas, irrumpen de pronto con una factura global de interés usurario y cobro inmediato. De ahí, quizás, la sorpresa de Yutronic por encontrarse donde se encuentra, en la cárcel; de ahí su asombro de no haber percibido a tiempo el carácter de su empleador; de ahí la desaprensión con que se dejó enredar por Rocha; de ahí su actual predicamento.

Habla Yutronic
Sostuvimos la conversación con Dante Yutronic, el viernes en la mañana, en un frío locutorio del recinto penal de máxima seguridad. Es un cuarto de unos cuatro metros cuadrados sin otro mobiliario que una mesa y tres sillas de plástico. En un rincón del techo, gruesas cañerías cobraban vida con fragorosos gorgoriteos cada vez que alguien tiraba la cadena de algún retrete. La atmósfera era asfixiante, depresiva.

Cómo empezó su negocio y por qué, Dante?
Quería entrar a la Fuerza Aérea, pero no pude por razones de salud. Entonces, entré a estudiar Seguridad en la Dirección de Aeronáutica Civil. Luego de otras actividades pasajeras, puse una oficina en el undécimo piso de un edificio, en Ahumada con Huérfanos, que se llamaba ‘OFIN Investigaciones'. Más tarde tendría local como la ‘Casa del Espía' en Los Conquistadores En ambos casos proveía de servicios y de productos, como microcámaras, dispositivos de escucha, cosas así. La clientela ha sido siempre variada. Canales de televisión, por ejemplo, y/o gente común y corriente que quiere saber en qué pasos anda su hijo, si sospechan que se están metiendo en drogas. Y los servicios son con detectives privados.

Luego y abruptamente Yutronic cambia de rumbo y de tono. Cariacontecido, descompuesto, se queja:

Mi familia no merece esto… No le hago daño a nadie… Mantengo un hogar de 32 niños con SIDA… Cerré ya la Casa del Espía para siempre… Cuando esté libre venderé leña y aparatos para aprovechar la luz solar… ¿Por qué me catalogan de peligro para la sociedad? Nunca he matado ni cometido delito ninguno…

Lo interrumpo: -¿Cómo, siendo usted investigador, no captó el verdadero motivo y cariz de su cliente, quien vigilaba a Oliva para asesinarlo?
¡Ah,! ¿Y quién sabía como era? ¿No se le consideraba en todas partes un gran personaje? ¿No se codeaba con gente importante? ¿No cenaba con ellos?
Un multimillonario propietario de universidades y que se retrataba con el Papa. ¿Quién duda de alguien así? Y agrega:-Y ahora… ¡¡¡Rocha se va!!!

¿Cómo?
¡Se va! ¡Se va a ir! ¿No ve que ni siquiera está imputado? No tiene ni orden de arresto. Y como cónsul de Filipinas, creo, tiene inmunidad diplomática. Mañana podría irse. Podrían decir que necesita un tratamiento en otro país. Al contrario, ¿sabes toda la presión política que hay para que yo esté aquí?

¿Le van a cargar el bulto a usted?
¿Y qué cree…?

Pero Dante, usted es investigador… ¿Cómo no cachó en lo que se metía y con quién se metía?
Mire, en el curso de nuestra relación Rocha nunca, nunca me mencionó ni siquiera de pasada a su mujer. Su versión era siempre que investigaba a Oliva para encontrar hechos que le permitieran denunciar una red de influencias, de corrupción. Que le iba a entregar esos antecedentes a un diario. Y, además, mi relación con Rocha era esporádica y breve; me citaba a su oficina, me veía unos minutos, jamás tomé siquiera un cafecito con él. Nunca imaginé ni pude haberlo hecho lo que había tras su fachada de Gran Hombre. Como tampoco lo hicieron otros, gente importante (menciona a varias) que lo trataron mucho más. Nunca notaron nada y sólo ahora vienen y dicen "pero qué loco que es Rocha…". Y ahora resulta que yo, no él, es quien está detenido y soy un peligro para la sociedad…

En Otro Mundo
Para describir su actual situación Dante resulta más elocuente con sus gestos y su semblante que por sus palabras. De tanto en tanto, no importa qué esté refiriendo, las lágrimas brotan de sus ojos en regueros que deshace con el dorso de sus manos. Su expresión es dolida, su voz disminuye de volumen, sus frases se arrastran.

Esto, aquí, es como estar en otro mundo. Arrojado a otro mundo. No tengo ánimo para leer. Sólo pienso en mi familia. Siento cómo pasan las horas, una a una, los minutos… Mañana (ayer) es el cumpleaños de mi hija menor y no podré estar. Cumple seis años. Yo soy bueno, trasparente, pero no podré ver a mi hija…

Más lágrimas. Dante apenas puede contenerse. Da la sensación de estar a punto de explotar o derrumbarse, lo que llegue primero.

¿Cómo iba a sospechar de ese desgraciado multimillonario?- espeta entonces, encontrando en esa frase salida a sus emociones. Y encontrando así un hilo conductor, agrega: …Un hombre al que los guardias de su estacionamiento apodaban ‘El Papa'. Un tipo codeándose con toda la gente linda de este país. El quema vivo a alguien y ahí está, en una clínica privada; yo no hago sino creerle su cuento, investigar y aquí estoy… Mi única meta ahora es irme a casa y abrazar a mi mujer y a mis hijas.

¿Y qué cree va a pasar?
Creo que el fiscal se pondrá en algún minuto la mano en el corazón y verá que no soy un peligro para la sociedad, sino sólo un investigador privado.

¿Así que, dice usted, Rocha se le presentó como alguien deseoso de desenmascarar a Oliva?
Así es.

Me dicen que era hombre afortunado en el amor…
Una leve sonrisa aparece al fin en el rostro de Yutronic: Oliva tenía no menos de 26 mujeres a su disposición, prostitutas en general. Era bien activo en ese rubro… Pero Rocha nunca me hizo notar ni siquiera indirectamente que su asunto tenía que ver con eso, con algún lío actual o pasado de Oliva con mujeres, menos con la suya.

Raro en un hombre como usted, que se dedica a la investigación, no investigar primero a su cliente. ¿Quizás la mucha plata que le pagó lo distrajo un poco…?
Si uno arregla un calefón y pide 20 lucas y te lo pagan al tiro, luego pides 40 y te pagan al tiro, luego llegas a pedir cien y otra vez el cheque sale sin problemas… bueno.

Te cegó la plata…
Podría decirse así. Pero por diciembre yo ya no quería trabajar para Rocha. Le dije: "No hay nada más que investigar". Y me largué. Había algo que ya no me gustaba. Pero él insistía. Ahora ato cabos y me doy cuenta de que en su obsesión para que yo siguiera investigando había el plan de convertirme en el chivo expiatorio.

¿Y entonces?
Y entonces aquí estoy yo, yo, quien mantiene un hogar de 32 niños con SIDA, provee de equipos a Gendarmería, a otras reparticiones, yo, a quien llaman cuando me necesitan gente de todas partes, me han llamado ministros, me llaman todos cuando me necesitan. ¿A quién llaman los jueces cuando deben investigar algo personal que no podría o no querrían que lo hiciera la policía? ¡A mí, a mí…!
[Fernando Villegas]
[27 de abril de 2008]
la tercera]

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