16 noviembre 2008

Asesinos a Sueldo en Chile

[Santiago] Sicarios en Chile. Por qué se manda a matar a un hombre en Chile. Mexicanas, deudas de drogas y peleas por territorios. Según autoridades, así ocurren los únicos crímenes por encargo en Chile. Lejos de que el fenómeno alcance la magnitud de países como México y Colombia, la droga es el verdadero móvil tras un asesinato a sangre fría. Los otros casos son movilizados por los más primitivos de los sentimientos: amor y odio.
A fines de septiembre de 2002, Marcela Carrillo de 36 años, urdió un plan para mandar matar a su marido, un nicaragüense que trabajaba como traductor en Chile y que la cansó de tantos golpes.
Ambos vivían en la boscosa Villa Mininco, en Los Ángeles. De la boca partida a puñetazos, también fue testigo su nana, cómplice en el crimen.
Ambas planearon y repasaron cómo matarían a ese hombre y cómo disfrazarían la sangrienta muerte con un robo con violencia. Antes de todo, Carrillo hizo firmar un seguro de vida a su esposo, del cual ella sería la única heredera.
Por 200 mil pesos, dos delincuentes apodados ‘El Coliche' y ‘El Zorro' aceptaron la oferta. En un picnic planeado por Carrillo en las Lomas de Curamavida, los supuestos asaltantes aparecieron detrás de los árboles para apuñalarlo y abandonarlo en pleno bosque.
El crimen fue descubierto fácilmente debido a lo poco prolijo de los autores, algo muy distinto a esos asesinos silenciosos, de armas sofisticadas que no dejan huellas: los sicarios.
En Chile los asesinatos por encargo se instalaron hace más de 10 años, cuando comenzó a prosperar el negocio de la droga y junto con ello los fajos de billetes y la codicia.
Así se originaron las disputas por el control de territorios, secuestros extorsivos entre bandas de narcotraficantes, ‘mexicanas' [quitadas de droga] y muertes con testigos asustados y mudos. Todo eso tuvo un nombre: ajuste de cuentas.
Héctor Barros, jefe Antinarcóticos y Crimen Organizado de la Fiscalía Metropolitana Sur, cuenta que han observado el modo de operar de cerca: "Hemos visto actuar sicarios por rencillas, deudas y sectores de venta, guardando las proporciones que el fenómeno alcanza en países como México y Colombia. Si hay gente que manda a matar por encargo en nuestro país, está asociado a crímenes del narcotráfico".
Para Barros, hay un eslabón intermedio en las bandas de narcotráfico encargadas de la protección de los líderes, ellos disparan según les ordenen: los soldados.

¿Alguna Tarifa?
Algunos pobladores de La Legua hablan de la existencia de hombres que por 300 o 500 mil pesos, son capaces de ensuciarse las manos y matar a un hombre. En cambio los soldados reciben entre 15 y 20 mil pesos diarios por seguir como un perro a su amo.
Barros comenta que es difícil estimar una cantidad de dinero, porque la gran mayoría de los crímenes por encargo son cometidos, incluso, para congratularse con el líder de una banda.
"Hay un número de casos que engrosa la lista negra, donde los heridos por balas no asisten a los hospitales para no ser denunciados. Eso lo descubrimos con el desbaratamiento de los ‘Care' Pelota'. Las bandas se mandan mensajes como disparar a las rodillas", explica.
El otro lado de las amenazas son las que sufren las autoridades que combaten a estas bandas. Uno de los ejemplos más claros fue el fiscal regional Alejandro Peña. ‘El Isra', un narcotraficante que fue apresado el año pasado puso precio a su cabeza.
Manuel Guerra, jefe de la Unidad de Drogas de la Fiscalía Nacional, recuerda una amenaza parecida; la recibió Miguel Ángel Orellana, fiscal a cargo de la operación Pilar del Norte.
En ese caso fue condenado un ciudadano colombiano-israelí y, tras él, una organización compuesta por colombianos, peruanos y chilenos.
"Llegó a nosotros un supuesto plan para mandar a matar al fiscal. No se logró determinar quiénes eran las personas, pero sí la existencia del plan", recuerda Guerra.

Sicarios en la Web
Gilberto Loch, jefe nacional de Homicidios de la PDI, señala que la figura legal con que se castiga al sicario está en el artículo 391 del Código Penal, donde se sanciona al que recibe un "premio o promesa remuneratoria" por asesinar.
El prefecto coincide en que los crímenes por encargo más conocidos se dan entre las bandas de narcotraficantes y los que quedan fuera de este orden tienen móviles como el odio, la venganza y el amor.
"Siempre hay una relación víctima-victimario muy fuerte y la relación del mandante con el mandado tiene una relación de superioridad económica", explica.
Para Loch, un buen ejemplo de crimen por encargo movido por celos fue el caso de Gerardo Rocha, donde su odio lo llevó participar del crimen. "A pesar de esto, los sicarios son una actividad delictiva poco frecuente, que está muy lejos de llegar a la habitualidad", concluye.
Fuentes del Poder Judicial relatan que los casos más cercanos de sicarios estuvieron relacionados con unos avisos de mexicanos y colombianos que ofrecían sus servicios en la web.
Estos supuestos asesinos prometían viajar a cualquier país de Latinoamérica para eliminar a un hombre. "Sicarios colombianos a su servicio, no se ensucie las manos, nosotros lo hacemos por usted. Desaparición o eliminación. Trabajos garantizados", versaba la oferta que desapareció después de unos días.

Menos Que Sicarios
‘Vigilantes', ‘sapos', ‘perkins' o ‘pistoleros' son las denominaciones con que las autoridades identifican a una pequeña industria informal de protectores de narcos de la zona sur de Santiago.
Pero que, aclaran, nada tienen que ver con los famosos sicarios. Manuel Guerra aclara que "soldado no es lo mismo que sicario para llamar a quien le presta cooperación a una organización criminal haciendo vigilancia y entregando protección.
Eso no es lo mismo que un sicario que no pertenece a una organización criminal, que así se gana la vida".
‘Cobrar' es una de las palabras que justifica marcas de balas por ráfagas de municiones en los muros de casas y agresiones por rencillas de traficantes.
Según Guerra, así se saldan peleas por el control de ventas y deudas entre estas bandas. Así también lo confirma una fuente de la 50ª comisaría de Carabineros de San Joaquín.
"Las balaceras y muertes tienen la finalidad de ocupar espacios de influencia de venta de drogas. Así pasó cuando apresaron al ‘Isra' y querían ocupar el lugar de ‘La oficina', su banda"
Pero aunque las autoridades lo nieguen, el fenómeno existe y se convierte en una pequeña escuela de crimen en la zona sur de Santiago, que se levanta con niños que absorben los códigos de los narcotraficantes. En sus pequeñas cabezas resuenan frases y palabras como ‘dar la cara', ‘mexicanas' y ‘fierros'.
Así lo cuenta un ex niño soldado: "Te enseñan a taparte la cara con el polerón, a disparar a las ruedas pa' emboscar un auto, a dejar salir el miedo en cinco segundos y disparar antes que te ‘peguen' [disparar en dialecto coa] a aprender que son ellos o tú y a ganar plata", recuerda ‘el Guatón' o Cristián, que empuñó su primer fierro a los 12 años y se encomendó a "Diosito", el mismo que asegura lo sacó de ese infierno.
En 2001, esa fue la suerte que corrió José Ortega, más conocido en La Legua como ‘El Guatón Ceni'. Pertenecía al clan ‘Los Maturana' y mientras conducía su deportivo rojo, un semáforo en rojo en el cruce de la avenida Salvador Allende y calle Central, en San Joaquín, confabularon su muerte. Allí fue alcanzado por cuatro certeros disparos.
Así se cumplió una sentencia: "Al Guatón hay que matarlo fuera de La Legua". El ‘Guatón' ni sospechaba que el clan Riffo había pensado, repasado y visualizado su muerte. Un breve instante detenido en esa esquina bastó para que un hombre se asomara y con un revólver calibre 45 desde otro auto y lo asesinara. El ‘Guatón Ceni', ignoraba que era un hombre muerto caminando.
[Carolina Rojas]
[16 de noviembre de 2008]

la nación]

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