Mañana la defensa del Rafael Maureira presentará un escirito en el Tercer Juzgado del Crimen para que el Estado lo ayude a no cometer más delitos. Pedófilo ‘Zacarach' solicita a la justicia someterse a la castración química. El líder de la red de pederastia Paidos dejará en manos de los tribunales la posibilidad de someterse a tratamiendos endocrinológicos que disminuyan sus niveles de testosterona. Especialista advierte, sin embargo, que el procesado puede interrumpir la terapia en cualquier momento y recaer.
Rafael Maureira, el líder de la red de pedofilia internacional Paidos, que salió en libertad provisional, dejando tras de sí el temor de las familias de sus víctimas de que vuelva a cometer delitos contra menores, solicitará mañana formalmente a los tribunales de justicia que le inhiban el apetito sexual a través de la castración química.
‘Zacarach, como se autodenominó en internet para intercambiar fotografías de menores teniendo sexo explícito, abandonó la ex Penitenciaría el lunes pasado tras cumplir tres años y ocho meses en prisión preventiva. A la salida, algunas de las madres cuyos hijos fueron violentados sexualmente por el pedófilo descargaron su rabia con golpes e insultos y advirtieron el peligro de tenerlo nuevamente en las calles. Maureira arrastra al menos 15 delitos sexuales que van desde la violación al uso de menores para producir material pornográfico.
Consultado en la oportunidad por La Tercera, ‘Zacarach' dijo sentirse arrepentido y afirmó no estar rehabilitado. Con la convicción -según él- de su deseo "de no hacer más daño" o para acumular atenuantes que, sumada a su irreprochable conducta anterior, puedan influir en la condena que se estima en no menos de 15 años de cárcel, el pederasta se internó en la Fundación Cardenal Carlos Oviedo para someterse a un tratamiento sicológico. Pero lo suyo no tiene remedio. Según la literatura médica internacional, la pedofilia es una distorsión sexual incurable.
Ante tal certeza y en especial por la polémica acerca de si su libertad es un peligro para la sociedad, ‘Zacarach' acordó con su abogado, Gustavo Menares, solicitar al Tercer Juzgado del Crimen de Santiago una castración química.
"Maureira está dispuesto a someterse a una terapia farmacológica a fin de reducir sus niveles de testosterona, con el objeto de que se oficie al Instituto de Salud Pública o al Servicio Médico Legal la administración de la droga de manera gratuita con cargo al Fisco, de modo que sirva como medida cautelar para las víctimas y el Estado", sostiene.
Curación Ingarantizable
El doctor Enzo Devoto, ex presidente de la Sociedad Chilena de Endocrinología y estudioso de los problemas producidos por las glándulas sexuales, explicó que si bien la castración química, según la experiencia internacional, muestra que un buen número de pedófilos que voluntaria y comprometidamente se toman los medicamentos ha dado resultados positivos al tratamiento, hay otro grupo que igualmente recae.
"No se puede garantizar un éxito completo. La cura no existe. Las estadísticas extranjeras que he leído dicen que, por más que el paciente le ponga empeño, por más que tenga apoyo y por más que tome los medicamentos, no se puede garantizar que esta persona sea un cero por ciento peligro para la sociedad", indica.
El especialista explica que para llevar a cabo el tratamiento, que consiste en disminuir con drogas la producción de testosterona, se debe reforzar al individuo con tratamiento siquiátrico, terapias sicológicas y de control social. El problema, sin embargo, es que en Chile no existen.
"En este momento en el país no hay ninguna organización ni servicios de siquiatría forense con equipos integrados con sicólogos y endocrinólogos que se dediquen al tema y tampoco hay clínicas que estén preparadas para recibir este tipo de pacientes y supervisar que cumpla con la administración de los fármacos. Y, además, no existe la experiencia", advierte Devoto.
No obstante, indica el doctor, el mayor peligro para el éxito del tratamiento es que el pedófilo puede dejar de tomar en cualquier momento las drogas, con lo que su producción de testosterona vuelve a los niveles normales o simplemente ir a la farmacia y comprar una inyección de testosterona con lo que regresa su impulso sexual anormal.
"Los tratamientos requieren inyecciones intramusculares muy caras, que algunas de ellas no hay en el país o que habría que importarlas a través de filiales de laboratorios extranjeros. También existe tratamiento por vía oral, pero tiene la dificultad de que debe tomarse una gran cantidad de pastillas diarias, pero aún así nada garantiza que el tipo se las tome", precisa el especialista.
El Estado Debe Absorber el Costo
Hace tres años que el proyecto de ley sobre castración química duerme en el Congreso. Su patrocinador, el diputado RN Maximiano Errázuriz, explica que la demora se debe a que el Ejecutivo jamás le dio urgencia, pero confía que en el período de legislación ordinaria de este año pueda salir.
"En Chile existen $ 38 mil, y existe un 40% de hacinamiento en las cárceles. El preso por pedofilia debe tener, por su propia seguridad, espacios aislados que cuestan muchos recursos al Estado. Una inyección cuesta 200 dólares y se pone dos veces al año, pero un preso en la cárcel le cuesta al Estado ocho dólares diarios. En un mes se gastan más del precio de una inyección".
Errázuriz opina que la idea de ‘Zacarach' debe ser tomada en serio. "El Estado no tiene la obligación, pero debería absorber el costo", dijo.
[24 de abril de 2006]
[©la tercera]
24 abril 2006
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