[Miguel Ortiz A.] "Mi vecino, el pedófilo": rabia y miedo en el barrio de Zacarach. Desde el lunes, el acceso principal al colegio ubicado frente a la casa del ex líder de la red Paidos permanece cerrado con candado. "Ese mal nacido hizo un daño enorme y no lo queremos de vuelta", dice uno de los profesores. Vecinos lo recuerdan como un hombre de "gran espíritu solidario", al cual los niños le decían "el tío buena onda". Hoy amenazan con quemar su casa "si se atreve a regresar".
Miedo, impotencia e indignación.
Mezcla explosiva que por estos días viven los vecinos de la población San Alberto, de La Florida. Ahí tiene su casa Rafael Maureira Trujillo, alias ‘Zacarach', el ex líder de la red de pedofilia Paidos que el lunes salió provisionalmente de la cárcel tras casi cuatro años de reclusión.
Por ahora - "menos mal", dicen en el vecindario- , Maureira está internado voluntariamente en un hogar de religiosos con el objetivo de rehabilitarse. Y su abogado, Gustavo Menares, tiene claro que regresar al barrio donde vivía "parece imposible (...) Se lo comerían vivo".
Los residentes del sector, cercano a la avenida San José de la Estrella, acceden a entregar su visión de Maureira, pero ninguno revela su identidad ni acepta ser fotografiado: "Nos da miedo de que el viejo vuelva enojado", confiesan, antes de contar detalles sobre la vida del hombre que admitió haber abusado sexualmente a once menores de edad.
"‘Don Rafita' era muy amable, siempre pendiente de los demás"
En un kiosco ubicado frente a la casa de Maureira trabaja Alejandra. Enterada de que el polémico vecino está nuevamente libre, asegura que "todos andamos con el alma en un hilo, con un miedo terrible, porque nadie puede creer que una persona que pervirtió a tantos niños pueda volver a ser normal".
En todo caso - y en un esfuerzo por ser "súper objetiva"- , la mujer relata que antes de que se destapara el caso, en julio de 2002, Rafael Maureira "era un hombre ejemplar (...) A mí me tocó vivir de cerca su espíritu solidario: un día en la noche mi hijo de cinco años tuvo un ataque epiléptico y yo no tenía cómo llevarlo al hospital. Salí a la calle para pedir ayuda, Zacarach estaba regando su patio y me llevó en su auto. Eso se lo agradezco hasta el día de hoy".
Alejandra no es la única floridana que cree que Maureira era una persona "muy buena".
María - dueña de un local de sopaipillas ubicado en el sector- cuenta que "al pedófilo los niños del colegio de decían ‘Don Rafita', y era el tío buena onda que siempre les tenía regalos y les contaba cuentos entretenidos". Ella atendió muchas veces a Maureira: "Era una persona muy amable, muy pendiente de los problemas de los demás. Por eso cuando se destapó la olla, todo el mundo quedó lelo y nadie creía que don Rafael hiciera cosas tan asquerosas".
Hoy, dice, está "asustada, pero con un enojo tremendo porque lo dejaron suelto".
Alumnos
A pocos metros de la residencia de Maureira Trujillo está el colegio Capitán Pastene, que atiende a niños del sector hasta 8º año básico y donde Zacarach ofrecía el servicio de transporte escolar. Del establecimiento egresaron hace dos años dos niños que al final se supo fueron abusados por Zacarach... Por eso, cuando en la dirección supieron que regresaba, de inmediato adoptaron medidas.
Desde el lunes el acceso principal del colegio está cerrado permanentemente con un candado. Mario Matamala, el director, consideró oportuno "mantener tranquilos a los apoderados" y reforzar todas las medidas de seguridad ya existentes. Por esta razón, por ejemplo, a los niños(cuatro o cinco, por lo general) que no los van a buscar a la hora de salida, los envían directamente a sus casas en una camioneta de Seguridad Ciudadana.
"Estamos atentos al regreso del hombre", relata uno de los profesores del establecimiento. "Ese mal nacido hizo un daño enorme y no lo queremos de vuelta", añade.
Actualmente, en la casa habita un hermano del ex líder de Paidos. "Lo pasan a buscar temprano en la mañana y llega muy tarde en la noche, casi no se le ve", cuenta Margarita, la dueña de la casa colindante. "Antes vivía acá la señora Sara Trujillo, una gran mujer, la mamá del pedófilo (...) Pero con todo lo que pasó, la pobre mujer se fue apagando, disminuyendo, hasta que se murió de pena", agrega otra vecina.
En el barrio de Zacarach, en todo caso, tienen muy claro que el vecino non grato será recibido "como corresponde": "Si viene, lo más probable es que no salga vivo de acá, porque hay muchas madres que le confiaron a sus niños y no saben si algo malo les pasó", advierte un ex amigo de Maureira. Y una anciana grita: "¡Yo estoy dispuesta a quemarle la casa a ese maricón, si se atreve a regresar!".
[Miguel Ortiz A.]
[22 de abril de 2006]
[©la segunda]
22 abril 2006
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