[Rodrigo Ogalde Cofré] Extraño ataque se registró en dos tandas y acabó con todos los miembros de un gran corral que ahora sólo tiene plumas y sangre marchita. Para no creerlo. 84 aves, entre ellos patos, gallinas, faisanes y gallinas de la pasión, han muerto en las últimas tres semanas en extrañas circunstancias en una parcela de la comuna de Santo Domingo.
Era una mañana feliz, como tantas otras. Pedro Menares Piña, cuidador de la parcela 8 de la calle Los Laureles en Santo Domingo, se levantó con muchas ganas de trabajar.
El buen ‘bluyin' y la camisa a cuadros vistieron esa jornada a este trabajador, que deja crecer el bigote cano en su rostro sencillo.
Tras lavarse la cara y acabar con el ayuno, se dirigió con paso seguro hasta el corral donde las aves que custodia por orden de su patrón debían estar a la espera de su alimento rutinario.
Pero ese día, el cacareo fue reemplazado por el escándalo de los pájaros mañaneros, que briosos salen a buscar comida entre los ladridos de perros, el relinchar de las yeguas y los bramidos de los toros y sus vacas.
Todo muy bonito y campestre hasta ahí. Pero este hombre no contaba con que sus 43 aves yacieran sin vida en el mismo lugar donde tantas veces las vio dormir. Dos heridas en la parte posterior de esas gallinas habían terminado con ellas, dejando un hálito de duda respecto a las causas de su deceso. De sus ponedoras sólo las plumas y su sangre sobre los cuerpos inertes quedaron.
"En el lomo, no más, tenían dos heridas pequeñas las aves", contó Menares sobre este primer ataque que ocurrió hace tres semanas.
Y aunque le cuesta creer que el mismísimo chupacabras haya vuelto al balneario santodomingano en busca de la fama que se ha ganado en Chile, lo cierto es que Menares también afirmó que "no creo que sean los perros, porque esos se las comen. Me parece medio extraño todo esto".
Otra Vez
Pasaron los días. El trabajo de sol a sol una vez más llenó la vida de don Pedro.
Eso hasta el martes pasado, cuando el terrible episodio se repitió y la matanza se llevó a otras 41 aves a otro mundo.
Esta vez cayeron aniquiladas 31 gallinas, dos faisanes, dos gallinas de la pasión y 6 patos.
En el corral quedaban una vez más las plumas repartidas por todos los lados, formando una ruma que alimenta el silencio que dejaron estas aves que simplemente volaron, aunque entre los dientes de su predador, a un lugar del que nunca volverán.
Toda esa carne de ave asesinada se transformó en un gran y macabro asado, pues Pedro Menares, que algo de supersticioso tiene, no quiso aguardar la llegada del lente de nuestra cámara, y quemó gallinas, patos y faisanes en medio de una hoguera, que eliminó las evidencias del animal y fatal suceso.
Y el Agresor
Del mítico chupacabras nunca más se supo, porque en el lugar sus huellas parecían imperceptibles. A pesar de ello, a los vecinos de Menares les queda la sensación que "aquí algo raro pasó".
"Nunca había visto algo parecido, esta es la primera vez que me pasa esto", se resigna don Pedro mientras mira el corral que ahora luce vacío, sin vida.
Para despejar las dudas, ayer se hizo presente en el sitio del suceso el conservador del Museo de San Antonio, José Luis Brito, quien dijo estar seguro que "este es un chupacabras, pero un chupacabras que son dos perros".
El experto tomó algunas muestras en el lugar, las que que lo llevarán a adentrarse en los oscuros fondos del mundo del chupacabras o a confirmar que fueron perros los que mataron a las aves, aunque en eso don Pedro Menares Piña no está muy claro.
[Rodrigo Ogalde Cofré]
[29 de junio de 2006]
[©líder de san antonio]
30 junio 2006
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1 comentario:
Aveces pasan cosas raras en este mundo... muy raras.
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