18 junio 2006

secretos de familia

[Andrea de la Cruz y Miguel Ortiz] La oscura historia del padre de siete hijos que murió solo. Un fulminante infarto cardiaco detuvo la vida de Héctor Marro Rojo a sus 72 años. Los treinta perros que alimentaba con el dinero de su jubilación, que fueron su única compañía en el minuto final, terminaron comiéndole la cara.
Peleados a muerte por la herencia que dejará la madre -Dina Ortiz, la anciana que fue rescatada de la miseria en febrero pasado-, los hermanos aseguran que su progenitor fue "otro perro más". Dos de los hijos, sin embargo, salen a defender la honra del difunto.
Poco les importa a los Marro Ortiz que este domingo sea el Día del Padre.
"Nunca tuvimos un verdadero papá", reclaman. Y que haya muerto el fin de semana no pasa de ser un dato más.
Héctor Marro fue hallado muerto por un vecino de Colina, en la población Los Robles. Su rostro y cuello habían sido devorados por la treintena de perros que alimentaba con el dinero de su escasa jubilación. Un infarto al corazón interrumpió su existencia y abrió una enorme brecha entre sus siete hijos que hoy, a sólo dos días del velorio, se atrincheran en dos bandos: quienes aseguran que el progenitor fue un "abusador" y "tramposo"... y quienes defienden su legado como el de un "hombre recto, comprendido por pocos".
En todo caso, y más allá del recuerdo que hoy tienen sus hijos, la familia Marro vive dividida por el futuro de su madre, Dina Ortiz, y el de su dinero: unos cuantos millones que posee en un par de propiedades. La ‘abuelita Dina' -tal como se le conoció por televisión cuando fue descubierta desnutrida y viviendo en la más absoluta miseria (comía de sus propios excrementos y restos de espuma de un viejo colchón)- vive bajo la custodia de la Fundación Las Rosas y sus pertenencias son hoy parte de un litigio levantado por los hijos para declararla interdicta.
¿Cómo se explica que los padres de siete profesionales terminen sus días en paupérrimas condiciones?
Desentrañar la oscura historia de Héctor Marro Rojo puede entregar reveladores indicios...

Siempre Solo, Vivió De Allegado
La soledad fue una constante en la existencia de Héctor. Su madre, la dueña de casa María Luisa Rojo, murió al nacer su séptimo hermano. Su padre, el ferretero Antonio Marro, falleció un par de años después.
"Parece que fue de pena", cuenta Dina Marro, la mayor de los hijos, intentando hilar los pocos recuerdos que tiene de la historia de su progenitor.
Y es que en el hogar de San Bernardo en el que creció no había un ambiente familiar, de almuerzos entretenidos y conversados. "Se tiraban las cosas por encima en la mesa", cuenta con pesar. Por eso dice que es poca la información que maneja del pasado de su padre.
Una vez huérfano, con apenas cuatro años -relata- partió a vivir con su tía María Marro a Valparaíso, una mujer de buen vivir que tenía un par de restaurantes y que lo matriculó en un colegio inglés cuyo nombre simplemente desconoce. Con ella se crió y se formó, acompañado de un primo que era hijo único y que falleció de bronconeumonía.
La tía -dice- no logró sobreponerse a esta pérdida y cayó en una depresión profunda. Al poco tiempo también dejó este mundo. Héctor Marro tenía 18 años y volvía a quedar solo.
Fue así como se instaló en Santiago, en una pieza arrendada de Colina. Se puso a trabajar para pagarse sus estudios de contador. En el instituto conoció a una joven delgada y de sonrisa fácil, Dina Ortiz, quien cursaba secretariado bilingüe. Con ella se casó.

"Me Hacía Pipí Cuando Él Me Retaba"
Por fin Marro lograba estabilizarse, pero en lugar de tratar de formar una familia feliz -cuenta Dina hija- constituyó una casa en que la violencia reinaba. "Era machista. Había un favoritismo hacia mis cuatro hermanos hombres, pero también les exigía mucho más de lo que podían dar", asegura.
"Los hacía pelear. Él, cuando joven, había sido deportista, boxeaba. Era un hombre alto y arrogante que trabajaba como consignatario en La Vega", rememora con los ojos llenos de lágrimas, casi como si tuviera al frente el fantasma del Héctor Marro duro y represivo que marcó su niñez.
"Yo le tenía terror. Lo sentía llegar y me daban ganas de salir arrancando", dice. "Mi madre era un mujer tan sumisa... nunca pudo ser feliz", agrega, al relatar que su mamá debió soportar varias veces los golpes de su esposo.
"A mi hermana Graciela también la castigaba físicamente. A mis otros hermanos y a mí sicológicamente", dice la hija mayor, quien confiesa que "me hacía pipí en los calzones cuando él me retaba". Y Graciela, ex integrante del Bafona y asistente social que hoy trabaja para el Ministerio de Educación, confiesa que "a mí me pegaba, me sacaba los dientes a golpes". Asimismo acusa que su padre "violó a la hija de la nana Isabel y la obligó a abortar". "Mi padre no era ningún santo [...] Nos trató como perro y como perro murió", asegura hoy Graciela con "profundo rencor".
Dina rememora también con angustia episodios confusos y chocantes como cuando "él me pintaba la cara, los labios, me maquillaba".
A pesar de que los Marro Ortiz contaban con dinero como para tener un buen pasar -le rentaba ser consignatario de La Vega-, vivían en precarias condiciones. "No teníamos sábanas, los colchones estaban llenos de hoyos y no usábamos calcetines", asegura. "Como que mi papá estaba acostumbrado a vivir así y creía que así tenía que ser", sostiene.

Unidad Popular y Pobreza
En 1970, con la llegada de la Unidad Popular, las cosas cambiaron de manera drástica.
Marro perdió la pega y se vio obligado a vender los dos autos que tenía y que -según lo relata Dina hija- "coleccionaba" y cambiaba constantemente.
Después de las vacas flacas, cuando tenía 18 años y la menor de los Marro Ortiz, Elizabeth, apenas dos, Héctor tomó sus cosas y se fue. Sin dar explicaciones abandonó a su mujer y a sus siete chiquillos. Era 1979.
Dina mamá y sus retoños abandonaron la casa de San Bernardo y se fueron a vivir con el abuelo materno, Enrique, quien tenía una residencia a sólo un par de cuadras. Fue una época dura -dice- en que Elizabeth estaba "raquítica, porque faltaba para comer".
Héctor -relata- se fue a Colina, vivió también en Independencia e inició una relación con una mujer que tenía un hijo. "Tuvo problemas con la justicia. Lo acusaron de robar, pero después se aclaró todo", afirma.
Cuando su madre tenía poco más de 40 años empezó a manifestar los primeros síntomas del alzheimer. "Sufría pérdida de memoria", sostiene y explica que aunque intentaba advertir a sus hermanos sobre el mal, éstos no le creían.
Tiempo más tarde, y ya estando casada, dice que se reconcilió con su papá. "Lo perdoné, le perdí el miedo y hasta lo llegué a querer, pero mi mamá lo rechazaba".
Comenta que en ese entonces Marro estaba de vuelta en San Bernardo, al parecer en un ‘break emocional' con su pareja. Ya en ese entonces se rodeaba de perros que dejaba entrar al inmueble de dos pisos que habitaba. El segundo nivel estaba tan sucio que Dina hija dice que al pasar un cuchillo por el suelo se podía levantar la grasa "como quien unta mantequilla".
Cuando Marro volvió con su amante, Dina hija dejó de verlo nuevamente. Su mamá figuraba ya enferma, turnándose de casa en casa para vivir con sus siete hijos.
Una de sus últimas paradas fue en el hogar de Enrique, el más chico....

La Batalla Por la Venta De la Casa
La venta de la casa del abuelo Enrique, el 2000, desató una nueva batalla familiar. Dina Marro recuerda que lo que se sacó por la propiedad, que quedó en herencia para los cuatro hijos, le dejó un saldo de 13 millones de pesos a su mamá.
Héctor, dice la mujer, se enteró de la existencia de la plata que Dina hija depositó en una cuenta bancaria a su nombre, debido a que su mamá estaba imposibilitada de manejar dinero por el deterioro mental que sufría.
"Él le decía a ella que le podría dar algo de dinero. Yo le comentaba que no sería malo que le pasara unos dos millones", dice Dina, quien asegura que fue esa la instancia en que su hermano Enrique decidió "unirse a mi padre" para quedarse con los millones.
Legalmente -sostiene- consiguieron que pusiera el depósito a nombre de la madre a quien, asevera, "la sacaron enferma a firmar" para traspasarlo a nombre de Héctor Marro.
"A mi mamá le dijeron después que yo no quería verla. Así fue como me distancié de ella y recién la vine a ver en enero de este año por la TV", cuando trascendió la noticia de que la anciana estaba desnutrida y alimentándose de un colchón de espuma y de sus propias fecas.

"No Hay un Tema De Abandono"
"Mi padre murió en esas condiciones por una razón muy sencilla: su deterioro mental era bastante evidente y queda demostrado en los medios de comunicación, cuando lo encontraron viviendo con 30 perros", asegura Jorge Marro Ortiz, profesor de 41 años y otro de los hijos de Héctor.
"No hay un tema de abandono. En 1997 le compré un taxi para que lo trabajara, pero pasó un año y lo deterioró entero. Metió a los perros en el auto, hasta palomas", dice.
Agrega que junto a sus hermanos Dina y Francisco "le sacamos una jubilación, un fondo de desahucio del INP", pensión que -sostiene- ni siquiera invertía en él, sino que en alimentar a sus 30 canes.
"Le ofrecieron ayuda de la Fundación Las Rosas, de la municipalidad (de Colina), y no quiso, entonces es muy fácil que la gente apunte con el dedo a una familia cuando no se saben los pormenores", asevera y acota que "usted podría haberlo llevado al Hyatt o a la suite presidencial y habría llevado animales y habría terminado en la misma situación". Dina concluye con pesar que "mi padre estaba lleno de perros, porque le gustaba dominarlos. Les daba comida y ellos le movían la cola. Lo mismo hacía con nosotros".
El hombre de los mil perros yace al fin en el cementerio de Lampa. Las flores que algunos llevaron para el funeral ya lucen marchitas.
Héctor Marro Vivió Solo.
Y solo murió.

Hermano Sorprendido
René Marro, uno de los siete hermanos de Héctor, asegura no entender cómo pudo terminar así sus días."No me puedo explicar cómo llegó a esto. Con la educación que tenía, su formación profesional", enfatiza.
Afirma que se enteró por televisión de lo ocurrido. "Cómo lo iba a ayudar si hace 9 años que no lo veía", subraya y cuenta que "antes venía para acá (su casa en Las Condes), pero luego se perdió".
En todo ese tiempo -dice- "no supe dónde estaba. Vine a enterarme en el verano, por la situación de mi cuñada Dina".
[Andrea de la Cruz y Miguel Ortiz]
[18 de junio de 2006]
la segunda]

1 comentario:

CapiGoL dijo...

Hola Quisiera saber si la persona del cual hablan es padre del "Dr. en Homeopatia" Hector Marro Ortiz?
Que atiende en el centro de Santiago?

saludos

Matias.