02 septiembre 2006

el violador encapuchado

[Los Ángeles] [Pedro Vicario] Huraño, cruel y voyerista. Atacó en Los Ángeles al menos a diez mujeres desde el verano de 2004. Víctor Gómez Quezada cumplió siempre el mismo ritual, en las cercanías del aeropuerto. ¿El error que lo perdió? Llevarse el celular de su última víctima.
Es mediodía y en la pequeña sala del Tribunal de Garantía , que inusualmente está atiborrada de público, Víctor Segundo Gómez Quezada enfrente un relato que no quiere oír. Ximena Hassi cuenta diez veces la misma historia, sólo que cambian las protagonistas. "Trasladan a la mujer a metros del lugar, procediendo el imputado a acceder carnalmente a ella", relata la fiscal regional con su lenguaje leguleyo. "En todo momento amenaza su integridad, física, diciendo que iba a matarla".
Los crueles detalles de estos ataques sexuales ocurridos entre el 7 de enero de 2004 y el 15 de junio de 2006 siguen unos tras otros en la audiencia de control de detención. Y Gómez Quezada, ‘El violador encapuchado', de Los Ángeles, encorvado en su asiento, sólo menea la cabeza en señal de negación.
La fiscal relata cómo este hombre, un vagabundo de 42 años que apenas aparece con su casa una vez al mes para ver como sigue su hijo de diez años y que vive de recolectar leña, acostumbraba a esperar en el sector de María Dolores, en las cercanías del aeródromo de la ciudad, a la que alguna pareja llegara en un auto buscando un lugar solitario para el amor. Agazapado junto a un cómplice, que permanece prófugo, miraba los juegos de quienes en minutos se convertirían en sus víctimas. Luego, los abordaba con violencia, amarraba al hombre y procedía con su ritual. Cuando ya estaba satisfecho, permitía que su compinche atacara a la muchacha también.
"¿Entiende lo que se le dice?", pregunta la juez de garantía al hombre. "Sí", responde él, con algo de desidia.
Parece que no puede creer que lo hayan capturado. Este hombre es uno de los mayores violadores en serie de la historia policial reciente. Con su inagotable manía, se puso justo detrás de Julio Pérez Silva, ‘el psicópata de Alto Hospicio', que abusó de once mujeres y luego las mató, y Sergio Espinoza Mondaca, ‘el violador de Reñaca', que agredió a 21 personas.
Quizá ese roído pasamontañas que escondía su cara en cada ataque le daba confianza. Tanta, que accedió a acompañar a los detectives al cuartel sin saber el tema y hacerse un examen de sangre que, luego, se convertiría en la mayor prueba para acusarlo. En ocho de los casos, el ADN de los fluidos encontrados en las víctimas coincidió con el suyo.
Mariana Ramírez, la otra fiscal que entra en la audiencia, lo explica todo con un datashow. Los otros dos casos sin indicio científico tienen otras pruebas: hay cosas que robaron a las parejas en poder de Gómez Quezada.
Ella revela la clave para llegar a él: "Se quedó con un celular del último ataque. Gracias a un estudio del tráfico de llamadas de ese teléfono, se ubicó su domicilio".

No Tenía Vicios
La familia de Gómez vive en la villa Las Américas, en la casa más desmejorada de una cuadra. "No tenía idea que de andaba un psicópata suelto en la ciudad y menos que era él. Se le veía poco, no compartía con nosotros. A veces lo veía parado en la esquina, pero sólo hablaba con los niños en la calle. Los convencía de que jugaran a la pelota", informa Julia, mostrando el desconcierto que él provoca en este barrio humilde.
Marta Gallegos vive al frente y añade que "lo veo como una persona tranquila, sin vicios; no es curado ni fuma. Uno no puede saber lo que pasa por la mente de una persona..."

Nunca Fuimos Advertidos
Extraña el desconocimiento que existe en Los Ángeles respecto de la secuencia de crímenes de Víctor Gómez Quezada. "Nunca fuimos advertidos de nada raro, no sabíamos que esto estaba pasando en nuestras narices", cuenta la vecina Verónica Pérez, en un comentario que se hace recurrente en la ciudad.
Para la fiscalía, la razón es simple. Pese a que reconocen que los casos son antiguos ya que datan de 2004 y que tenían el mismo modus operandi, nunca se logró tener un sospechoso porque el delincuente atacaba con la cara tapada. La policía investigó a todos los violadores fichados en Los Ángeles, pero Gómez no tenía antecedentes penales.
La única información para el público estuvo en los diarios locales, que no publicaron sospechas de que se trataba de un violador en serie. La fiscalía, por cierto, no se los hizo saber.
[2 de septiembre de 2006]
las últimas noticias]

No hay comentarios.: