Ex cabo fue formalizado por asocación ilícita. Carabinero recibía dinero por alertar a narcotraficantes. Pagos en dinero que bordeaban los $ 100 mil y diversas especies recibía el carabinero Sergio González Mena por entregar información sobre operativos policiales a narcos de la población La Legua.
Así fue revelado ayer, durante la audiencia en que fueron formalizados los 16 detenidos en el operativo policial efectuado la semana pasada en La Legua, y que tuvo por objetivo desbaratar a la banda de narcotraficantes conocida como ‘Los cara de pelota', presuntamente una de las más peligrosas del sector.
Según se estableció en la audiencia de ayer, la banda estaba dirigida por Pedro González Díaz y su hijo Moisés, en cooperación de varios familiares suyos encargados de vender la droga, transportarla y ofrecer protección a los cabecillas del grupo.
De acuerdo con lo señalado por los fiscales, la familia González vendía la droga en unos domicilios de la calle Venecia, en La Legua, inmueble que era conocido como ‘La Mansión'.
El jefe de la Fiscalía Metropolitana Sur, Alejandro Peña, dijo que la banda funcionaba desde hace cuatro años y que vendían un kilo de droga a la semana. Agregó que la droga era abultada con otras sustancias para ganar más dinero.
A la familia González se le incautó cerca de 28 vehículos y varias propiedades en La Florida, San José de Maipo y el balneario de El Tabo.
En relación al cabo González, en la audiencia se dijo que el uniformado era contactado por Moisés González, para solicitarle información sobre operativos en la zona, además de consultarle sobre las patentes de vehículos sospechosos.
En la audiencia se exhibieron grabaciones telefónicas y filmaciones, en las que los imputados se colocan de acuerdo para comercializar la droga.
El fiscal Héctor Barros dijo que aún están pesquisando a los proveedores de la cocaína que era comercializada por ‘Los cara de pelota'.
[25 de abril de 2006]
[©la tercera]
25 abril 2006
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1 comentario:
Yo lo conocí a éste sujeto y ciertamente de apariencia parece ser un individuo que no podría dañar a nadie; empero, atendido el tenor de lo publicado en su respecto, menester destacar resulta que me incurrido en un error de apreciación.
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