02 junio 2006

enterrados vivos

[Felipe Castro] Casos de catalepsia dan pánico en el cementerio. La leyenda de Rosario Zuazagoitía es la más impactante. Cristián Niedbalsky relata viejas historias de gente enterrada viva, desatando el temor de los visitantes.
Cuando Cristián Niedbalsky se pone la túnica monacal con la que guía las visitas nocturnas por el Cementerio General, deja aflorar cuentos que lleva dentro.
Desde que empezó con esta labor -que baraja junto con las relaciones públicas del camposanto-, lo sorprende que muchos de los visitantes prestan particular atención a tres casos que tienen que ver más con medicina que con fantasmas y almas en pena.
Son tres historias de catalepsia, mal que en épocas pasadas llevó a que gente viva, que perdió sus signos vitales, fuese sepultada por error, para después despertar al interior de un ataúd.
"El más impactante es el de Rosario Zuazagoitía, esposa de Mariano Egaña", cuenta Niedbalsky. Cuando murió, en 1832, su hermana Carmen -quien después se casó con el viudo-, le ató las manos con un pañuelo, para simular una actitud de oración", relata.
Al fallecer Carmen fue necesario unir sus restos con los de su hermana, que debió ser reducida para que cupieran ambas en el mausoleo familiar. "Al abrir la urna de Rosario, encontraron sus manos desatadas, su cuerpo en otra posición, incluso se hallaron trozos de uña incrustados en la urna", narra el guía.
Otro caso emblemático es el de un sacerdote que despertó después de ser enterrado, dando fuertes golpes al interior de la urna, los que fueron escuchados por un albañil que hacía reparaciones cerca del féretro. "Lo rescataron y volvió a hacer misa, con mucha más fe que antes, hasta que llegó el día en que falleció definitivamente... o no hubo otro albañil que lo salvara", bromea Niedbalsky.
A este se suma el de un joven indigente que fue rescatado de una fosa común para perecer definitivamente a los pocos minutos.
"La gente, cuando hace comentarios al respecto, demuestra que le tiene terror a verse encerrado en una urna, como si tuvieran la pesadilla de ser sepultados vivos", dice el guía.
El neurólogo Hugo Lara asegura que este pánico se debe a la muy común claustrofobia, cuyo ícono máximo es el encierro en un ataúd. "Pero hoy está injustificado, ya que la catalepsia, que es una manifestación de la narcolepsia, dura sólo unos minutos, y para que te entierren, por razones legales, se requieren mínimo 48 horas de plazo", concluye.
[Felipe Castro]
[1 de junio de 2006]
[©las últimas noticias]

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay que historias tan espantosas. Mi mayor temor es ser enterrada viva... por ese motivo deseo que me cremen.

Anónimo dijo...

y si te despiertas justo antes de que te cremen???? eso seria peor, no?

luisaxl dijo...

esta muy feo ser enterrado vivo no se lo desearia ni ami peor enemigo enserio.....

Anónimo dijo...

alguien sabe adonde puedo encontrar a este Cristián Niedbalsky?? estoy haciendo un documental de catalepsia..

Anónimo dijo...

la solucion es que entierren a las personas con un telefono celular con suficiente carga y saldo.

Anónimo dijo...

y si una persna despierta mas aya de las 48 horas?

Erika dijo...

Lo que haré es donar mis órganos a la ciencia y el resto al crematorio.

Anónimo dijo...

No creo que haya señal para el cel 2 metros bajo tierra