[Marcelo Garay Vergara ] Archivos del crimen. Viernes Santo de 1963: La muerte llamó 3 veces en Avenida España. Banda de rateros eliminó bestialmente a las hermanas Vera Romero y su fiel empleada. Luego de ultimar a sus víctimas, homicidas prendieron fuego a la mansión señorial para intentar vanamente ocultar el delito. Cinco sujetos fueron condenados, dos de ellos a la pena capital.
Seguramente la madrugada del 12 de abril de 1963 José del Carmen Valenzuela Torres se desveló en su celda de la cárcel de Chillán pensando en la llegada de los fusileros que semanas más tarde lo ejecutarían por el horrendo crimen que lo inmortalizó como el ‘Chacal de Nahueltoro'.
Horrendo como el que esa madrugada de Viernes Santo apagó la vida de las hermanas Manuela (60) y Rosario Vera Romero (62), y la empleada de éstas, Sara Álvarez (40), en una casona de Avenida España 267, en Santiago.
Se repetía casi calcada la historia: En el epílogo de la Semana Santa mujeres ancianas (las hermanas), millonarias y sin más compañía que la de su fiel empleada eran salvajemente ultimadas. Aún estaba fresco en la retina el no menos brutal homicidio de Zoila Troncoso Valdivieso, perpetrado 8 años antes a escasas cuadras del nuevo sitio del suceso.
Incendio
Ni el reclamo de la Asociación de Padres de Escuelas Primarias Fiscales por la gratuidad del pase escolar de esos días, ni el clásico universitario de la víspera importaron al amanecer de ese viernes, cuando entre las cenizas y escombros del incendio que destruyó la mansión de las víctimas afloró la macabra verdad. Macabra como la sorpresa que al despertar se llevaron tres enfiestados transeúntes que cerca de las 04:20 de la madrugada habían dado la alarma del que hasta ese momento pareció ser un siniestro más y que bomberos de la capital extinguirían más tarde.
Salvaje
No obstante, el alba dejó al descubierto el cuerpo calcinado de la asesora doméstica, salvo su cráneo, lo que permitió a los peritos de la Brigada de Homicidios (BH) advertir golpes en el rostro y un tiro de revólver detrás de una oreja.
Luego aparecieron los cuerpos de las ancianas. Chamuscados, yacían sobre sus respectivos lechos. La policía detectó que una tenía un cable eléctrico atado al cuello y la otra presentaba lesiones provocadas por un objeto contundente.
No había más vueltas. El incendio había sido sólo un intento por esconder el robo de especies y el triple homicidio. Un crimen salvaje que desafió como nunca la perspicacia policial. Pero no por mucho tiempo.
Los Asesinos
No fueron pocos los reveses en la investigación para aclarar el caso. Los sabuesos iban de una hipótesis en otra. Cientos de testigos y sospechosos detenidos desfilaron por el despacho del juez del Quinto Juzgado del Crimen Osvaldo Faúndez o ante el ministro en visita que nombró la Corte de Apelaciones, Juan Pomáes García. Incluso, la causa llegó a ser sobreseída.
En mayo de 1964 la BH reactivó su sospecha inicial de que los asesinos eran varios y detuvo a cinco sujetos. Las pruebas y el juicio fueron concluyentes y dos de ellos fueron condenados a muerte al dilucidarse el crimen: Francisco Cuadra (43) y Luis Osorio (30).
Sus cómplices recibieron penas de presidio y cadenas perpetua, incluido Héctor Cuadra (22), hijo de Francisco, quien fue asesinado de una puñalada en la celda que compartió con su padre en la ex Penitenciaría.
Gritaron
En los días previos al ‘cúmplase', Cuadra y Osorio también se desvelaron como el ‘Chacal de Nahueltoro' que los precedió en la lista de fusilados en Chile. La diferencia, quizás, es que ambos oyeron historias de las guerras mundiales de boca del sacerdote confesor y al paredón ingresaron cantando el ‘Ave María'.
A las 05:39 de la madrugada del 8 de octubre de 1967 Osorio y Cuadra fueron fusilados en el patio ‘Siberia' de la ex Penitenciaría. "Pancho, Pancho", gritó Osorio; "Quiero decir algo...", dijo Cuadra. Luego se escucharon los disparos y la protesta de los reos que golpearon ollas y barrotes.
Abogada los Creyó Inocentes y Acusó Torturas
El triple crimen de Avenida España no estuvo exento de suspicacias y dudas respecto de la forma en que fue aclarado por la policía.
La primera en cuestionar la ‘verdad oficial' entregada por los investigadores fue la destacada abogada María Urrutia, quien acusó a la policía de una "maquivélica confabulación". Incluso, a pocas horas de que Osorio y Cuadra enfrentaran a los fusileros, la mujer presentó una querella contra Investigaciones en el Segundo Juzgado del Crimen.
En un alegato ante la Corte de Apelaciones que provocó revuelo, Urrutia detalló minuciosamente las torturas a las que sus defendidos habrían sido sometidos para inculparse.
Basada en declaraciones y pruebas contenidas en los expedientes del caso, la jurista siempre creyó y defendió la inocencia de los cinco condenados por el triple homicidio.
"Estoy segura de la inocencia de ellos, pero lamentablemente nadie ha querido escuchar ni detenerse a examinar acuciosamente los antecedentes que reunió la policía luego de aprehender arbitrariamente a los inculpados", dijo a poco del el cúmplase de la sentencia.
También Les Encienden Velas Por Favores Concedidos
A un costado del crematorio del Cementerio General las tumbas de Francisco Cuadra y Luis Osorio no pasan inadvertidas. Pese al tiempo transcurrido todavía hay deudos que les encargan mediar ante Dios por distintas urgencias, como parte de una tradición popular de la que ni siquiera han quedado excluidos el tristemente célebre Hans Pozo, 'El Descuartizado de Puente Alto', ni las adolescentes asesinadas en Alto Hospicio, ‘Las Reinas de la Pampa'.
Pasa aún con el Chacal de Nahueltoro, en Chillán y con el francés Emile Dubois en el Cementerio Nº 3 de Playa Ancha, entre otros. Pese al repudio colectivo que desataron con sus crímenes, se convirtieron luego de ejecutados en ‘mediadores' de favores y necesidades .
El sociólogo Humberto Lagos explica que el ‘animismo' es una especie de reacción popular similar a la santería católica, pero en antagonismo. "Para llegar al altar se precisa de una vida heroica", señala Lagos.
En la creencia popular surge como una oposición entre la muerte y la vida, y se asocia a quienes tuvieron una muerte violenta, "lo que les confiere un halo de santidad". Y en el caso de los criminales aludidos, porque la muerte expió sus pecados.
"El pueblo les reconoce ciertas facultades milagrosas. La expiación de los pecados que cometieron es la muerte", agrega el sociólogo.
[23 de agosto de 2006]
[©la cuarta]
23 agosto 2006
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