02 agosto 2006

los soplones de la policía secreta

[Manuel Torres Abarzúa ] Archivos del crimen. Siniestros sapos de la CNI dinamitaron a bancarios por botín de 45 millones. Gabriel Hernández y Eduardo Villanueva eran amos y señores en Calama, pero terminaron igual en el paredón. El 9 de marzo de 1981, en plena dictadura, urdieron tenebroso plan para llenarse bolsillos de manera fácil. Cayeron por gastar a lo roto. Su jefe, Juan Delmás, apareció ‘suicidado'.
A comienzos de los '80 la dictadura está en pleno apogeo. Desde 1977 que la temida Central Nacional de Informaciones (CNI) ostenta la "licencia para matar" que heredó de la disuelta Dirección de Inteligencia Nacional (DINA). Y la Justicia hace poco y nada por frenar las atrocidades.
Bajo este clima de impunidad, agentes del servicio de seguridad de Calama urden un macabro plan, supuestamente infalible, para apoderase de una jugosa fortuna desde el Banco del Estado.
Pero los ‘intocables' se pisaron la cola y pagaron en el paredón.

‘Operativo'
A mediados de enero de 1981, el jefe de la CNI local, Gabriel Hernández Anderson (28), y su goma, Eduardo ‘Carasucia' Villanueva (34), proponen al agente Luis Martínez Ayala y el cajero Sergio Yáñez Araya un operativo para evitar asaltos bancarios.
Hacía poco que un solitario hampón había robado un millón de pesos desde la sucursal Chuquicamata, por lo que el esfuerzo parecía provechoso.
El 9 de marzo de ese año es el día perfecto para el secreto ‘ejercicio': Codelco depositó 45 millones de pesos para pagar el sueldo a los trabajadores de la minera.
Como a las 19 horas, Hernández y Villanueva pasan por la sucursal a buscar a los dos trabajadores y la caja metálica con los fajos. De improviso les vendan los ojos y suben a un auto manejado por Francisco Díaz, un aspirante a ‘ceneta'.
Se detienen en el desértico sector de Chiu-Chiu. Martínez y Yáñez son recostados de abdomen sobre el polvo. Villanueva los mata de un balazo en la nuca. Y para no dejar rastros, los dinamitan con cartuchos en la boca, manos y ano.

Jarana
Los criminales vuelven a Calama a repartir el botín. Luego viajan a Arica, su ciudad natal, donde gastan a lo roto.
Como los bancarios no aparecían, crecía el rumor de que habían huido con la millonada y se estaban dando un gran festín fuera de Chile.
Pero Villanueva fue detenido por Investigaciones cuando cruzaba con varios millones la frontera por Tacna. Los detectives lo tenían en la mira porque se volvió loco gastando el dinero en prostitutas y juergas. Pagaba, por ejemplo, 20 mil pesos de esa época para que le interpretaran ‘El Rey' en los burdeles.
Sin asco ‘vendió' a su jefe, al chofer, a su hermano y al de Hernández, quienes también habían recibido una ‘alita'.
Todos culparon al mayor Juan Delmás, mandamás en Arica. Según su testimonio, el oficial necesitaba plata para realizar operaciones en el exterior. Días después lo encontraron ‘suicidado' en Arica.
De los 45 millones sólo se recuperaron 20. La leyenda cuenta que una parte está sepultada en pleno desierto.
Hernández y Villanueva fueron condenados a muerte y ejecutados en la cárcel de Calama, el 22 de octubre de 1982. Al segundo hubo que darle el tiro de gracia.
Díaz fue sentenciado a perpetua. Hace un par de años está libre en Arica.
Los hermanos de los fusilados recuperaron rápidamente su libertad.

El Mito Sobre ‘Tongo' en el Fusilamiento
Uno de los mitos que circuló con fuerza luego del fusilamiento fue que los agentes de de la CNI estaban vivos y que todo había sido un tongo, un montaje más de la dictadura.
Mónica Madariaga, ex ministra de Justicia de Pinochet, aseguró haber visto con vida a Gabriel Hernández y Eduardo Villanueva en Estados Unidos.

"Mentira"
Sin embargo, el ex periodista policial de La Tercera, Sergio Marabolí, desmiente esa versión.
Asegura que luego de presenciar la muerte de los ‘cenetas' en la cárcel de Calama junto a unas 50 personas siguió hasta Arica el cortejo fúnebre.
"Esa historia que dice Madariaga que los vio en Estados Unidos es mentira. Incluso Villanueva y Hernández quedaron enterrados arriba de mi papá. Están totalmente muertos", afirma.
Periodista Sergio Marabolí reporteó la historia con un nudo en la garganta: "Éramos amigos desde niños en Arica"
El veterano periodista Sergio Marabolí es uno de los que más sabe del caso y la vida de los asesinos. Fue, además, testigo privilegiado del fusilamiento.
Como reportero policial de La Tercera viajó a Calama, donde investigó el tema durante varios días. Pero su ventaja era otra: Compartió desde niño con los asesinos.
Con Gabriel Hernández se conoció en el Colegio San Marcos de Arica, donde fueron compañeros de curso. "Este cabro fue de la Juventud Nacional. Era muy distinguido. Su padre, del mismo nombre, era juez del Tránsito. Además fue campeón de ajedrez y scout", recuerda el colega.
Marabolí cuenta que Hernández se convirtió en ‘mayor' del Ejército por decreto, sin haber hecho ni el Servicio Militar. Su suegro, Manuel Castillo Ibaceta, ex comandante del Regimiento Rancagua y alcalde de Arica, fue quien lo metió a la CNI.

El Otro
Sobre el maceteado Eduardo Villanueva afirma que en Arica era un ‘pato malo'. Su apodo ‘Carasucia' se lo ganó de joven, cuando organizaba masivas peleas contra los conscriptos. Fue buzo y traficante de drogas. "Se parecía a Elvis Presley. En Calama se vio lleno de poder", recuerda ‘Marabolo'.
Lo más difícil para Marabolí fue presenciar la muerte de los ‘cabros'. "Fue una experiencia traumática. Me recordaba mientras iban caminando (al paredón) todo lo que habíamos vivido durante nuestra amistad".
También le resultó terrible redactar la nota para el diario: "Escribí y escribí, escribí, escribí. Cuando terminé me puse a llorar y después despaché por teléfono".
[Manuel Torres Abarzúa]
[2 de agosto de 2006]

la cuarta]

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